A una semana del final del último Masters 1000, la encrucijada que Nadal no puede resolver en la capital francesa es toda una curiosidad, donde en un suelo es el dueño absoluto y en Bercy no logra quedarse con la corona. ¿Maldiciones tenísticas para el número dos del mundo?

El año regular de la ATP culminó con el título de Jannik Sinner en el ATP 250 de Sofía, en Bulgaria, pero en París, en el Masters 1000 de la semana anterior, la maldición para Rafael Nadal parece no tener fin, y es que el español cayó en las semifinales y aún continúa, con más de diecisiete años de carrera en el mundo de elite en el tenis, sin poder levantar el trofeo de la capital francesa, una cuenta pendiente que cada vez tiene menos chances de ser saldada.

Nadal viajó a París con un único objetivo: ser campeón del Masters 1000 que le falta en su vitrina para completar los nueve eventos de esa categoría en su carrera. Sin embargo, ante Alexander Zverev, en las semifinales, su sueño quedó trunco una vez más y la expedición hacia París fue tan solo para sumar minutos y partidos en superficies duras previo al Masters de fin de temporada en Londres.

Lo cierto es que la paradoja marca que Nadal es el amo y señor de París en el polvo de ladrillo y que en Bercy, bajo techo, el maleficio le cae encima en cada temporada, en un evento en el que tan solo pudo alcanzar una sola vez la definición y fue en aquel lejano 2007, donde cayó por paliza ante David Nalbandian por 6-4 y 6-0, en un final de temporada del Rey David glorioso, con el título también de Madrid un par de semanas antes.

Los años pasan y Nadal está cada vez más cerca de su retiro y París continúa siendo una cuenta pendiente en su palmarés. Quizás, en la próxima temporada, la revancha esté para el mallorquín, pero no hay muchas chances más para saldar el asunto. Por el momento, París-Bercy continúa siendo un conflicto a resolver para el astro zurdo de Manacor.