La historia ocurrió en Roland Garros, en el 2005. Acasuso venció al norteamericano tras darle vuelta un partido imposible. Era el primer gran golpe del misionero en el Tour.

La Legión Argentina se caracterizó por tener jugadores colocados en la elite durante un periodo de casi cinco años sin parar. Semana tras semana sus players estaban en un gran evento dando algún batacazo o metiéndose entre los mejores del evento y en Roland Garros del 2005 el primero en dar la nota fue el misionero José Acasuso, quien desde su humilde lugar fuera de los preclasificados, se hizo fuerte ante Andy Roddick y dejó al evento sin el tres del mundo tras un partido imposible.

El Chucho se plantó ante el norteamericano, quien venía de un buen año y de haber sido número uno del mundo antes de Roger Federer, líder indiscutido desde el Abierto de Australia en el 2004 y quien le arrebató ese puesto al estadounidense. Si bien Roddick no era un especialista de la superficie, siempre se había desenvuelto de buena manera en el polvo de ladrillo y en aquel Major de París parecía encaminar las cosas para cosechar buenos triunfos.

No obstante, del otro lado de la red estaba Acasuso, un aguerrido jugador de la tierra más austral del planeta y quien sabía que si tenía alguna chance ante el ex número uno del mundo, era en ese tipo de pista. Y el partido comenzó favorable para Roddick, ya que aquel jueves de mayo de 2005 el norteamericano ganó los dos primeros sets por 6-3 y 6-4.

El panorama era negro para el sudamericano, pero allí se vio su mejor versión. Entrenado por Daniel Orsanic, quien posteriormente terminó siendo el capitán que guió a la Argentina a su única conquista en Copa Davis, el Chucho comenzó a elevar su nivel, a perderle el respeto a su rival y se adueñó del tercero y el cuarto parcial por el mismo score: 6-4 y 6-3 y todo a definirse en la quinta manga.

Los números fueron llevando a los tenistas hasta el 6-6-, cuando Acasuso implementó su gran juego de tierra, lo llevó a donde quiso a su rival y le quebró finalmente el saque para la explosión de todos los argentinos en el estadio Suzanne Lendglen. Solo faltó la confirmación del quiebre en el siguiente juego y, tras una derecha paralela con su servicio en el 40-30, selló su pase a la tercera ronda por primera vez en un Grand Slam.

Así, el argentino daba su gran batacazo, se sumaba a la lista de Legionarios brillando por el mundo y se preparaba para medirse ante el italiano Filippo Volandri, a quien derrotaría, antes de caer en octavos de final frente a su compatriota Mariano Puerta, finalista de aquel certamen. Pero lo cierto es que aquel día, a Roddick, sin dudas, el dio un Chucho tremendo en el medio del cuerpo y quedó dentro de la historia como uno de los grandes batacazos en el tenis argentino.