Dependiendo cuál sea la superficie en la que se juega al tenis, los estilos de juego mutan y las combinaciones son completamente diferentes. Pero en esta etapa de la temporada, lo que compete la atención es el análisis del juego y sus características adaptables al césped, sobre todo en Wimbledon, la Catedral del Tenis.
Cuando uno imagina a los deportistas de elite realizando magia con sus golpes, también debe tener en cuenta sobre la superficie en la que se disputa el juego. Mientras que en el cemento se busca ser agresivo, jugar a la menor cantidad de pelotas posibles y tratando siempre de tomar la iniciativa a través de golpes duros y planos o semiplanos, en el polvo de ladrillo se intenta ser audaz con los movimientos, desgastar al rival moviéndolo por toda la cancha y aprovechar algún contragolpe para tomar el control del punto.
Pero en césped, las características mutan y es completamente diferente a lo que se puede dar en cualquier otro suelo. Los piques son bajos, cercanos al piso, y, desde la parte física, una excelente coordinación entre cadera, cintura y antebrazo corrigen los piques irregulares sobre una superficie que, a diferencia de las demás, se va desgastando y tiene diferentes botes dependiendo si el pasto está levantado, gastado o seco.
Quienes mejor se adaptan a este suelo son los jugadores que poseen un gran saque, una buena derecha y quienes dominan el slice y la volea a la perfección. Justamente uno de ellos es Roger Federer, campeón en Wimbledon en ocho ocasiones y finalistas en otras tres.
El suizo es un experto en el pasto año tras año y, claro está, su técnica, con el paso de las temporadas, la fue perfeccionando para ser cada mejor en el mismo. Y el golpe que más perfeccionó y llevó a un nivel colosal en su ejecución fue el slice de revés, el cuál le permite cambiar ritmos, alturas, tomarse un descanso en el medio del punto o mismo atacar con un golpe que está considerado defensivo.
El slice de revés de su Majestad suiza es exquisito. Su aplicación es perfecta. A él le sirve para defenderse cuando algún rival lo saca de los límites de la cancha o mismo lo utiliza, a diferencia de la gran mayoría de sus competidores, en el medio del punto para cambiarle la cadencia al juego y volver lento el desarrollo del mismo.
Por otra parte, es de los pocos jugadores que lo usa de manera agresiva desde el fondo de la cancha, buscando en la ejecución una aceleración de la pelota posterior al pique y no simplemente un cambio de ritmo, lo que lo hace aún más admirable. Y por si todo esto fuese poco, su estilo en el golpe es tna estético y perfectamente aplicado por el suizo que, hasta el momento de la ejecución, uno no puede percibir si con ese golpe saldrá largo para mantener a su oponente en el fondo o jugará un drop para cortar la interacción de golpes y dejar parado y hasta muchas veces en ridículo a su rival.
Federer es exquisito en su juego y su slice de revés lo realza como el jugador más técnico y prolijo para el césped, algo que, sin dudas, lo coloca, un año más, a la cabeza de la lista de favoritos en la temporada de pasto y, sobre todo, en Wimbledon.
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