En esta sección distinta de Más Tenis, nos dedicaremos a hacer un recorrido por la historia del deporte blanco y las figuras más trascendentes de la misma. Hoy iniciaremos el camino con un emblema argentino, que abrió las puertas para que el deporte se instale definitivamente y gran nivel en América Latina y, sobre todo, en su país. Ese hombre, zurdo él, es Vilas.

Si se quisiera hacer una biografía sobre un personaje de la talla de Guillermo Vilas se podría ir por diferentes matices. Su personalidad y su técnica en cuanto al tenis hacen de él un personaje increíblemente rico por donde se lo mire y se lo estudie. Si, a eso le sumamos que es un amante confeso del rock and roll y que transgredió los límites impuestos en el tenis hasta que tipos como él llegaron al Tour, no hace falta más que ahondar un poco más en su historia para fascinarse y deleitarse con ese glamour tan poco visto en los profesionales de hoy y que tanto caracterizó a su camada.

Tipo de perfil bajo para los desconocidos pero que para los amigos es un libro abierto de cuentos, historias y enseñanzas, Vilas recorrió el mundo con, por y para el tenis. El zurdo nacido en Buenos Aires en el año 1952 y criado en sus primeros años en la ciudad balnearia de Mar del Plata, en la costa argentina, se abrió pasó desde esa ciudad hacia el mundo a base de esfuerzo y de estudios en la técnica del tenis para llegar a ser, hasta hoy, el mejor tenistas de todos los tiempos en su país.

Con un buen juego, plagado de efectos y de mañas, el zurdo bonaerense conquistó cuatro Grand Slams, producto de un Roland Garros, un Abierto de los Estados Unidos y dos Abiertos de Australia, además de un Torneo de Maestros y cincuenta y siete otros títulos a nivel profesional, lo que lo colocan en el Top 10 de todos los tiempos como máximo ganador de certámenes en el mundo.

Tuvo la mala suerte de nunca haber sido reconocido oficialmente como el número uno del mundo, a pesar de las incansables luchas contra la ATP para que le dieran el reconocimiento necesario y correcto. Sin embargo, más allá de esa desgracia, es considerado, en Argentina, el padre del tenis, ya que gracias a él, el deporte pasó de ser algo de la élite para convertirse en popular y del pueblo y ya no llamaba la atención, cuando Vilas era protagonista en el circuito, que los medios de comuinicación de la época, especializados en deporte, le den tanta importancia a él como mismo a los próceres del fútbol, deporte por excelencia en el territorio argentino.

A pesar de haber tenido varios récords en su haber sobre tierra batida, donde hasta la llegada de Rafael Nadal era considerado el mejor tenistas de todos los tiempos, hoy Vilas aún conserva las marcas que jamás nadie pudo igualarle de cantidad de partidos conseguidos en forma consecutiva, que llevó el número hasta cincuenta partidos oficiales ininterrumpidos cosechando el éxito, y cantidad de torneos ganados en un mismo año, que fueron diecisiete, número que ni Roger Federer, Nadal o mismo el actual número uno Novak Djokovic, jamás pudieron siquiera acercarse.

Además de ser un profesional nato y entregado al ciento por ciento a la dedicación y al trabajo, sabiendo que en el esfuerzo estaba la clave del éxito, Vilas no dejó jamás de lado su parte transgresora y fue de los primeros en usar vinchas en el tenis, algo que hoy es todo una moda para el deporte. Además, era fanático del rock ‘n roll y su estatus de tenista de elite lo llevó a ser amigo de grandes músicos, como el Flaco Luis Alberto Spinetta, emblemático músico popular en la Argentina, también de algunos de los Rolling Stones o mismo de Mark Knopfler, el cantante distinguido de Dire Straits.

Vilas fue, es y será un emblema en el tenis y más en su país, donde cada vez que se lo nombra, se sabe que es sinónimo del deporte blanco. Hoy, con casi setenta años, entrena a su hija mayor en Montecarlo y está ligado al deporte desde ese ámbito, lejos, por ahora, de las canchas de los primeros planos, aunque, con un ser tan obsesivo y meticuloso como él, no será de extrañarse si pronto comienza a notarse su presencia en los grandes torneos acompañando a su heredera.