De once tenistas surgidos de ese país que comenzaron la competencia, tan solo Querrey es el que continúa en competencia tras las dos primeras rondas del evento. Sin dudad, una cifra que alarma.

Hace algunos días atrás comenzó la disputa del torneo de Houston, en Texas, Estados Unidos, sobre polvo de ladrillo. Un torneo que abre la temporada de polvo de ladrillo y lo une con la competencia en Europa sobre la misma superficie y que, además, siempre cuenta con grandes participaciones de jugadores de su propio país. Sin embargo, esta edición no fue el caso y, con los cuartos de final ya definidos, el único que continúa con vida es Sam Querrey, finalista en algunas ediciones pero que jamás pudo quedarse con la corona.

El rubio local ayer venció al español Guillermo García López por 6-4 y 6-3 y se aseguró un lugar entre los mejores ocho del certamen, pero el dato que llama la atención tras haberse jugado las dos primeras rondas de competición no es la incursión de Querrey en los cuartos de final, sino el paupérrimo rendimiento de sus colegas y compatriotas, quien no pudieron acceder a esta instancia.

Los número arrojan que, de once jugadores del país del norte que comenzaron en el cuadro principal, tan solo Querrey es quien continúa con vida. Además, hay que sumarle que dos de ellos, Steve Johnson y Reilly Opelka, por ser el primer y el cuarto preclasificado del Main Draw, salieron adelantados y comenzaron su participación en la segunda ronda, cayendo ambos en sus respectivos debuts. Esto implica que, del 100% de participación, solo el 9% sigue jugando, un porcentaje que, seguramente, la organización reverá para futuras ediciones.

Estos datos no hacen más que lograr que se calcule fríamente si Estados Unidos está capacitado para continuar compitiendo en canchas lentas, donde los resultados no acompañan a sus representantes y menos en un torneo donde todos ellos actúan de locales. Sin dudas, esto es una cifra y una estadística que alarma a propios y a ajenos.