A base de oficio, mucho trabajo y un coraje bárbaro, el Peque reaccionó a tiempo y selló su pase a tercera ronda en el primer Grand Slam de la temporada.

Diego Schwartzman está más vivo que nunca en el Abierto de Australia. Con un corazón enorme y una garra descomunal, características que hacen de él un jugador distinto dentro del circuito ATP, el Peque doblegó al estadounidense Denis Kudla en cinco sets, con parciales de 6-4, 7-5, 3-6, 6-7 (6) y 6-4 y accedió a la tercera ronda por segundo año consecutivo.

El bonaerense comenzó el encuentro con la regularidad que lo hace ser uno de los jugadores más peligrosos del mundo. Tras algunos juegos en donde ambos tenistas estuvieron estudiándose, fue el Peque el primero en tomar el mando y, desde el octavo game del primer set hasta el quinto del segundo todo fue una sinfonía para su lado.

El score, hasta ese momento, pasó del 3-4 en su contra en el primer parcial al 6-4 y 4-0 a su favor, con su rival sirviendo 0-40 en ese quinto juego de la segunda manga. Un pequeño desliz en ese momento opacó la perfecta actuación de Schwartzman hasta entonces y comenzó a esperanzar a su rival, quien, perdido por perdido comenzó a soltar la mano hasta igualar los tantos 5-5. No obstante, el Peque se volvió combativo, sacó lo mejor de su repertorio en defensa y en el arte de la paciencia y selló el segundo set por 7-5 a su favor, transformando el partido en una colina cuesta arriba para Kudla.

Sin embargo, he aquí la mejor versión del estadounidense. Un set perfecto desde su servicio más algunas fallas de Schwartzman en el suyo hicieron que se haga del mismo con un score final de 6-3 para estirar la definición, al menos hasta el cuarto set. En este episodio, la historia fue similar del lado del americano, quien jugó un tenis superlativo durante casi todo el set. Schwarztman era una pared, traía todas las aperturas y bombas que salían de la raqueta de Kudla, hasta que en el octavo juego consiguió el ansiado quiebre y se dispuso a servir para pasar de etapa. Fue allí donde los nervios lo traicionaron en algunas decisiones, Kudla siguió floreándose con sus tremendas pelotas y forzó la definición por un rato más, hasta que llegaron al tie-break, donde, tras disputar el mismo a pura garra y entrega, el 8-6 a favor del norteamericano daba como resultado que la definición se daría recién en el quinto set.

Comenzó el definitivo dentro de esta historia y ese arranque fue lapidario para las aspiraciones del Peque. En un abrir y cerrar de ojos, Kudla se adelantó 3 a 0 con un quiebre a su favor y todo parecía marcar que el destino de Schwartzman estaba más cerca de Buenos Aires que de unos días más en Melbourne. En la cancha, las falencias y las pelotas cortas por parte del Peque eran notorias y Kudla jugaba a placer en Court número 13 del complejo que alberga el Abierto de Australia.

Fue allí donde la confianza lo traicionó a Kudla, porque si hay algo que jamás se le ve a Schwartzman es el hecho de dejar de correr y pelear hasta la última pelota. Y resultó tal cuál ese patrón: a base de oficio, mucho trabajo de piernas, corazón y coraje, el Peque ganó algunos games, quebró en el séptimo juego para recuperar la ventaja y en el noveno para pasar al frente y cuando tuvo su servicio nuevamente para liquidar el asunto, no dudó y marcó el pulso firme. Con su saque y el marcador indicando el 5-4 y 40-30 a su favor disparó un revés paralelo perfecto que dejó sin ninguna chance a Kudla, quien, ya vencido se acercó y felicitó a su rival y se fundieron en un abrazo, digno para la batalla que había disputado hacia instantes nomás.

De esta forma, Schwartzman revivió de las cenizas y accedió a la tercera ronda de Australia por segundo año consecutivo en ella enfrentará al checo Tomas Berdych el próximo viernes, en lo que significará el primer enfrentamiento entre ambos.