Vivir es una experiencia increíble que conforma momentos felices, muchas experiencias placenteras pero también incluye la pérdida y el dolor. Todas las personas hemos experimentado dolor al terminar una relación de pareja, perder a un ser querido o enfrentar un cambio drástico e inesperado en nuestra vida.
El dolor es una emoción necesaria ya que nos ayuda a gestionar la pérdida, pero si no lo manejamos correctamente lo podemos acumular por meses incluso años creando inestabilidad emocional y caos.
Todas las personas atravesamos por un proceso cuando experimentamos pérdida: negación, ira, depresión y aceptación. El que cada persona viva este proceso de manera distinta y con diferente intensidad dependerá de su nivel de apego y visión de la vida.
Creo que todas las personas tenemos la capacidad de aprender a gestionar y de acelerar el proceso de sanación si somos capaces de adoptar una visión más práctica y simple de las cosas. En la historia de hoy no describiré el proceso de pérdida, me enfocaré en 5 pasos que te ayudarán a gestionar mejor tu dolor acumulado.
En la etapa de negación estamos en shock, no entendemos lo sucedido, y experimentamos una gran ansiedad. Es en este momento cuando tenemos que aprender a aceptar la vida y sus imperfecciones.
Por ejemplo, la filosofía budista explica que todas las personas vamos a vivir el siguiente proceso: nacer, desarrollarnos, enfermar y morir. Aceptar esta verdad nos ayuda a entender la vida con mayor tranquilidad y veneración.
También es importante reconocer que nada es para siempre, que estamos en constante cambio y que si somos capaces de fluir con el ritmo natural de la vida, podremos experimentar mayor tranquilidad cuando alguien se va o perdemos algo.
Creo que cada experiencia o persona llega para enseñarnos y se va cuando su ciclo en nuestra vida terminó. Si en cada experiencia logramos quedarnos con el aprendizaje, el amor y los buenos momentos vividos nos enriquecemos más y sufrimos menos.
La ira y la depresión son emociones extremas que nos llevan a experimentar dolor intenso, falta de esperanza y desinterés en nuestra vida. La buena noticia es que las personas sí estamos equipadas para gestionar mejor las emociones negativas.
Una manera efectiva de lograrlo es haciendo un esfuerzo consciente para monitorear nuestros pensamientos, palabras y postura física. Cada vez que notemos un pensamiento o palabra negativa debemos movernos. El movimiento físico ayuda a desactivar emociones negativas ya que obliga a nuestro cerebro a enfocarse en algo nuevo y más positivo. Aplica esta técnica cada vez que un pensamiento triste venga a ti y siempre recuerda que tú estas en control, no tu mente.
A veces dedicamos demasiado tiempo y energía a nuestras responsabilidades, familia, y amigos y descuidamos un poco nuestro bienestar personal. Al hacerlo nos debilitamos emocionalmente y nos olvidamos de nuestro bienestar.
Cada día dediquemos tiempo a cultivar acciones, pensamientos y relaciones sanas que nos hagan sentir valiosas, amadas y empoderadas. Cada esfuerzo dedicado a nuestro balance físico y emocional te permitirá mantener estabilidad emocional constante, que será de gran ayuda cuando llegue el momento de experimentar pérdida. Todo lo que te hace bien, lo que te da paz y felicidad debe ser parte de tu vida.
Cuando enfrentamos dolor naturalmente nos sentimos más sensibles y vulnerables a caer en hábitos no sanos. Comer mal, tomar alcohol en exceso, hacer compras compulsivas, pasar mucho tiempo con personas tóxicas, o cualquier otra acción que sabemos nos afecta, y que tienden a ser muy atractivas en procesos de duelo porque nos dan gratificación inmediata.
Es precisamente en estos momentos cuando debemos evitar hábitos no sanos, ya que quizá nos hagan sentir bien por un momento pero no de manera permanente. Esfuérzate por cuidarte más, dormir bien, y rodearte de paz y tranquilidad, lo que te ayudará a acelerar tu proceso de sanación emocional.
La pérdida nos debilita emocionalmente y nos puede llevar a sentir miedo. Hay dos tipos de miedo:
Es importante aprender a identificar el origen del miedo. ¿Fue generado por una creencia, enseñanza de niñez, o una experiencia pasada? Para superarlo hay que dejar de alimentarlo, ya que el miedo genera más miedo. Debemos hacer un esfuerzo por neutralizarlo reconociendo que es una emoción que sí podemos controlar, ya que el miedo se genera normalmente por pensamientos terribles y fatalistas que nos muestran un escenario de todo lo que puede suceder pero que en realidad no está sucediendo.
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