El cannabidiol o CBD es un fitocannabioide de de origen vegetal derivado de la planta Cannabis sativa, también conocida como hemp o aceite de cáñamo.
Cannabis sativa contiene mayoritariamente unas moléculas conocidas como cannabinoides. Los más importantes son el tetrahidrocannabinol (THC) y el cannabidiol (CBD). Aunque estructuralmente son muy parecidos, el cannabidiol no posee la actividad psicoactiva que caracteriza al THC.
De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lo ha declarado como ‘no-adictivo’ en humanos: “el CBD no muestra efectos que aprovechen un potencial de dependencia” y ha añadido que “el CBD es seguro y se tolera para el consumo humano”.
Un componente, el CBD, que en los últimos dos años ha experimentado un crecimiento sustancial en cosmética. Una de las razones por las que el CBD es tan popular últimamente es que, a diferencia del THC, y otros compuestos del cannabis y el cáñamo, no contribuye al mítico “subidón” psicoactivo que se suele asociar con la marihuana.
Junto al tetrahidrocannabinol y el cannabidiol, dentro de la planta también hay terpenos (compuesto orgánicos que aportan el aroma y el olor) y flavonoides. En las semillas se encuentran ácidos grasos esenciales de la familia de los omega 3 y omega 6, cuyo beneficio para la piel es ampliamente conocido.
Además, tiene una estructura muy parecida a la de los endocannabinoides producidos por el cuerpo humano, como la anandamida y el 2-AG. Por lo tanto, cuando llega al organismo, es capaz de influir en el sistema endocannabinoide, produciendo gran cantidad de efectos beneficiosos.
Inicialmente vendido como un ingrediente exótico, algunos productores han elevado las dosis de cannabidiol para evitar que sus propiedades se diluyan. Aquí es donde hay que estar atento, puesto que cada país tiene sus propias normas.
En España, el uso de CBD es legal “para uso externo” y es seguro viajar con productos que lo contienen pero es importante conocer las partes de la planta que se han usado. En Europa está permitido el cultivo de la variedad cáñamo de Cannabis sativa siempre y cuando la concentración en THC no supere el 2%.
Por tanto, todas las materias primas que se usan en cosmética deben provenir de cultivos de cáñamo industrial. El cannabis propiamente dicho, su resina, extractos y tinturas no se podrían usar en cosmética. Pero quedan excluidos de la clasificación como estupefacientes las semillas y las hojas de cáñamo.
No obstante, no debemos perder de vista la regulación que aplica en cada país, ya que pueden tener requisitos adicionales a esta visión global de la Unión Europea. En España, el Real Decreto 1729/1999 garantiza la legalidad dentro del territorio español de las cepas de cáñamo destinadas a la producción industrial, suplementos alimenticios y materiales textiles, siempre y cuando sus niveles de THC (es decir, su componente psicoactivo) sean inferiores al 0,2%.
Así que aunque el CBD proviene de la planta del cáñamo, también conocida como la planta del cannabis, no es un componente tóxico. De hecho, las bondades terapéuticas de esta planta, con el CBD a la cabeza como su componente no psicoactivo, se abre camino como alternativa natural en auge
Tanto el CBD como el cáñamo han sido testados para demostrar sus beneficios sobre la salud y la piel y para evidenciar que son completamente seguros para su uso. No genera euforia ni un cambio mental al utilizarlo. Lo que ‘coloca’ es el THC, componente ilegal del cannabis.
El CBD es uno de los más de 60 cannabinoides que se pueden extraer del cannabis. El aceite de CBD se puede obtener en varias formas, líquido, crema y hasta masticable. El compuesto más conocido del cannabis y su principal ingrediente psicoactivo es el tetrahidrocannabinol (THC). Pero el cáñamo industrial contiene más CBD (el 40% de su composición) y unos niveles bajos de THC. Por tanto, el CBD no es una sustancia psicoactiva, a diferencia del THC, que sí que lo es.
También es importante matizar que, aunque comparten algunas similitudes, una cosa es el aceite de cáñamo y otra el aceite de CBD. Este proviene de la propia planta y el aceite de cáñamo está hecho de las semillas de la planta. El aceite de CBD tiene una generosa concentración de cannabidiol, mientras que el aceite de semilla de cáñamo solo contiene trazas del mismo (si es que tiene alguna).
Por tanto, tienen diferentes propiedades, siendo el CBD óptimo para ayudar con las condiciones de la piel, y por eso se utiliza en muchos productos para tratarla y cuidarla.
El CBD tiene propiedades antiinflamatorias, antioxidantes e hidratantes y combate las rojeces, las pieles irritadas y el exceso de sebo. Su uso es especialmente efectivo contra los signos del envejecimiento, los eccemas, la piel seca y el acné.
Rico en ácido grasos esenciales omega 3 y 6, ácido fenólico, vitamina E, arginina y antioxidantes, se incluye en todo tipo de fórmulas, desde hidratantes, limpiadoras y contornos de ojos hasta cremas de manos, fragancias, champús, lociones corporales o bálsamo de labios. Tal y como publican Vogue o El País, cada vez más marcas (Sephora, Montibello, Kiehl’s o Herbal Essences) incluyen en sus cosméticos este derivado del cannabis que no coloca pero calma la piel. También están despuntando otras firmas internacionales como In The Wild, originaria de México, cuya alta concentración de cannabidiol previene la aparición de manchas e imperfecciones, repara, equilibra la microflora y mejora la circulación.
Por ejemplo, el elixir ‘Ilegal’ es el antiedad de aplicación semanal con la mayor dosis de cannabidiol del mercado (1.000 mg). “Muchas clientas nos preguntaron si era legal que un cosmético tuviera tanto CBD. Tuvimos que explicar tantas veces que sí era legal que, a modo de broma, decidimos llamarlo ‘Ilegal’”, cuenta su CEO Arman Puzic.
El CBD procede de una planta y contiene antioxidantes que estimulan la producción de colágeno y contrarrestan el daño de los radicales libres. Esto reduce los signos del envejecimiento como las líneas de expresión y ayuda a mantener la piel hidratada.
El aceite de CBD es una de las pocas opciones efectivas contra los eccemas, ya que tiene propiedades antiinflamatorias sin efectos secundarios. Tiene una relación estrecha con el sistema endocannabinoide, directamente relacionado con la inflamación alérgica. Sus efectos tranquilizadores y normalizadores ayudan a reducir los problemas de la piel sensible, incluyendo rojeces y reactividad.
El CBD trabaja junto a las glándulas de la piel para regular la producción de aceite y restaurar su brillo natural. Esto mejora el estado de la piel seca y agrietada.
El CBD combate el acné de dos formas: reduce la inflamación (alivia las rojeces de la piel) y los excedentes de aceite, que suelen conducir al acné-.
El acné aparece cuando las células de carne muerta, la suciedad o el exceso de aceite se acumulan en los poros. El CBD ataca las células que activan el acné, reduciendo sus efectos en una piel propensa al mismo. Al contrario que los medicamentos, el aceite de CBD solo ataca a aquellas células problemáticas.
Los ungüentos con prescripción pueden ser difíciles de utilizar porque existe el riesgo de sobrehumectar, lo que evitaría que la piel produjera aceite-. La piel seca puede entonces endurecerse, picar o doler.
El aceite de CBD no afecta al funcionamiento de las glándulas sebáceas. En su lugar, el aceite interactúa con las glándulas de la piel para regular la producción de aceite: la aumenta en los casos de piel seca y la reduce en las pieles que producen más aceite del que necesitan (sobreproducción). Además, las propiedades antiinflamatorias del aceite de CBD estimulan la sanación de áreas dañadas por la sequedad de la piel.
Como ya hemos visto, podemos usar el CBD en cosmética natural como materia prima aislada (origen sintético) o como extracto a partir de partes de la planta permitidas.
Sin embargo, existen otras aplicaciones. El volumen de investigación sobre el CBD y sus beneficios medicinales no deja de aumentar. El servicio de los Institutos Nacionales de la Salud (PubMed) ya ha incluido más de 2.600 estudios sobre el CBD en su índice. Como consecuencia, se tiene una idea más clara de cómo se puede usar el CBD como agente terapéutico en el tratamiento de diferentes enfermedades y trastornos.
El CBD está reconocido por la comunidad científica por su poder analgésico y antiinflamatorio, aunque cabe destacar también sus propiedades anticonvulsivas (eficaces para enfermos de epilepsia), uno de sus grandes potenciales es su capacidad neuroprotectora y regeneradora, que ayuda a frenar enfermedades como la esclerosis múltiple.
En mercados como el americano el uso habitual del aceite con cannabidiol o CBD (componente no psicoactivo derivado de la planta del cáñamo, de origen totalmente natural) es parte de tratamientos con potencial para paliar los efectos negativos del insomnio, rebajar los niveles de ansiedad, mitigar afecciones cutáneas o reducir la inflamación articular, entre otras ventajas.
Pero su uso en el mercado español aún no está generalizado, si bien su potencial de consumo es altísimo debido a que no tiene prácticamente efectos secundarios y sí muchos beneficios.
“El inicio de esta década nos ha venido a confirmar que estamos ante un cambio vital y creemos que, dentro de los cambios de consumo o bienestar, vamos a volver a soluciones naturales para problemas actuales ”, concluye Mauricio Azabal, de Yamnaya, la plataforma de e-commerce que busca romper barreras y prejuicios en torno al uso de esta planta con miles de años de antigüedad.
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