La creación de la Superliga Europea sacudió al mundo del fútbol y obligó a la UEFA a salir rápidamente al cruce con el aval de la FIFA para amenazar con todas sus armas a aquellos clubes que decidan abrirse y disputar dicho torneo, denominado elitista por muchos.
Y parece que las advertencias de la casa madre del fútbol europeo comenzaron a causar efectos. La gran mayoría de los clubes decidió dimitir y el proyecto quedará archivado por un buen tiempo.
Chelsea, que tuvo una masiva manifestación de sus hinchas en contra, fue uno de los primeros. Lo siguió Manchester City, Arsenal, Liverpool, Tottenham y el Barcelona había pensado en que la decisión la terminaran de tomar su masa societaria.
Por si fuera poco, un hecho insólito ocurrió en Manchester United, otro de los poderosos que aún no dimitió de la Superliga. El CEO Ed Woodward pegó el portazo. ¿Dónde trabajaba antes?… En JP Morgan, el principal inversor del torneo.
Luego del escándalo, la Superliga emitió un comunicado en el que dejó varios “palitos” a la UEFA y en el que también aseguraron que deberán “reconstruir el actual proyecto” para realmente poder llevarlo a cabo dentro de los próximos años.
“Que el status quo de fútbol europeo necesita cambiar, que el actual sistema no funciona. Que la idea es generar recursos para la estabilidad de la pirámide del fútbol, tratando de superar las dificultades generadas por el coronavirus”, expresaron en la carta de la organización presidida por Florentino Pérez, mandamás del Real Madrid. ¿Y ahora?
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