Nasser bin Ghanim Al-Khelaïfi es el dueño del Paris Saint-Germain. El magnate qatarí puso todo el dinero sobre la mesa e hizo que el conjunto de la capital francesa sea amo y señor de la Ligue 1. Pero el gran objetivo no era ese, sino que sea el rey de Europa y gane la UEFA Champions League, algo que jamás pudo lograr el club en su medio siglo de historia.
Desde que el empresario tomó las riendas de la institución en noviembre de 2011, hizo gala de su fortuna y hasta la fecha desembolsó más de mil millones de dólares en fichajes de grandes figuras: Beckham, Zlatan, Neymar, Mbappé, Paredes, Cavani, Di María, entre otros.
Sin embargo, por más inversión que exista, el armado de un equipo es clave por sobre las individualidades, algo que el PSG nunca pudo plasmar en Champions y sí el Bayern Munich, que ha potenciado juveniles a lo largo de los últimos años, incluso uno de la cantera parisina: Kingsley Coman.
Y así fue: el francés fue verdugo del club que lo vio nacer y en el que nunca pudo ganarse un lugar producto de las constantes inversiones astronómicas en el frente de ataque, que alcanzaron para dominar un sencillo torneo local, pero que todavía no lo suficiente para reinar en Europa.
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