Habían pasado 227 días entre aquel martes 17 de marzo en el que AFA suspendió la actividad y el viernes 30 de octubre en el que le pelota volvió a rodar. El partido entre Gimnasia y Patronato parecía ser una bocanada de aire fresco, junto con el nudo en la garganta que provocaba la emoción por los Sesenta de Die60. Pero no duró ni un día la tranquilidad en el fútbol argentino, que trata, al parecer, de superarse día a día, en la vorágine de los mamarrachos.
Un viernes de “sacarle” provecho al Diez, de ir corriendo tras el homenaje y la foto con el ídolo para aparecer en portales y distintos medios, como los artífices de un festejo divino. Pero nada de fútbol, ni una declaración. Ni sobre eso, ni sobre la cautelar que había mención a la transmisión de los partidos de fútbol (que es para lo que está armando todo este circo, para jugar al fútbol) Pero nada, ninguna declaración.
Dicen las malas lenguas que fue la autopista Buenos Aires – La Plata en la que se gestó la negativa a River. Un River que, bien o mal, en su derecho o no, había avisado con tiempo sobre su imposibilidad de otros escenarios y sobre su propuesta de RiverCamp. Y a ese mismo River, el máximo dirigente del fútbol argentino le había dado su Okey. Pero esto es fútbol argentino; y todo puede pasar, lamentablemente. La Liga Profesional, manejándose como amateur, decidió un volantazo que sumergió aún más a éste fútbol en la incompetencia.
Y los futboleros nos quedamos esperando el remate cuasigracioso, como en aquel recordado y añejo Show de la TV de los noventa, en el que se avisaba que todo esto era “Una Jodita para Marcelo”
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