“El primer responsable soy yo”. Deslizó Hugo Ibarra tras la inesperada derrota frente a un Banfield que llegaba de capa caída. Como venía sucediendo en los últimos partidos, Boca no encontró el funcionamiento, le costó horrores construir juego y encima padeció cada aproximación del Taladro. La diferencia fue que, esta vez, las individualidades no lo salvaron al Xeneize y sufrió un golpazo que lo aleja de la cima y genera un manto de dudas para lo que viene.
El viernes al mediodía el Negro había sorprendido a todos al presentarse ante las cámaras al término de la práctica y confirmar que ratificaría el mismo once para jugar ante el elenco de Javier Sanguinetti. Fue una muestra de apoyo para aquellos jugadores que no habían tenido su mejor versión contra Defensa y Justicia. El famoso “voto de confianza”. Pero la respuesta del otro lado no llegó y, ante un actuación -de mínima- preocupante, ahora prácticamente el concepto de “indiscutidos” empieza a difuminarse.
Lo más probable es que pensando en la próxima cita ante Instituto se vengan cambios. Y los motivos tienen que ver con que de no ser por dos nombres puntuales, hoy en Boca no hay titulares fijos. Los rendimientos en estas siete fechas de la Liga Profesional lo expusieron, y así también lo entiende el propio Ibarra después del cimbronazo en el Florencio Sola. Los únicos indiscutidos para el negro son Sergio Romero y Nicolás Figal, que mantienen un alto nivel.
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