Desde que llegó Gustavo Alfaro, Julio Buffarini se asentó como titular en Boca. Pero su historia no fue tan sencilla si se tiene en cuenta que de chico se probó en el club y no fue seleccionado. “Me probé cinco veces y nunca quedé”, sorprendió.
“Tenía 14 años y jugaba en Ateneo y Dolores, dos clubes de General Cabrera, mi pueblo. Mi viejo es hincha de Boca y tenía el sueño de que yo vistiera esta camiseta. En ese entonces en las Inferiores estaban (Jorge) Griffa y (Abel) Almada. Era jodido quedar, pero nunca bajé los brazos. Es más, los cazatalentos de Boca que iban a Córdoba me pedían que lo intentara una vez más. Esas pruebas se hacían en la cancha de sintético de Casa Amarilla, al lado de donde practicaba la Primera. Estaban Nico Burdisso, Matellán, el Chipi Barijho. Volvía a casa con la satisfacción de haberlos visto un ratito”, reconoció en diálogo con Olé.
Pese a sus intentos fallidos, no bajó los brazos y recaló en Newell’s. “Enseguida surgió la posibilidad de ir Newell’s. Estuve seis meses y volví porque extrañaba mucho a mi familia. Llegué a jugar en la Novena con el Gato Formica. Teníamos un lindo equipo, pero me tiraba el pueblo. Terminé en Talleres, más cerca de casa”, indicó.
La particularidad es que en ese momento su puesto era el de enganche. “En esa posición me probé las cinco veces en Boca. Después me fui retrasando y en Inferiores me afirmé como 8. Ahí jugué cinco años en Talleres, uno en Atlético Tucumán, seis meses en Ferro y otro año en San Lorenzo. Un día Pizzi puso línea de tres en el Monumental y jugué de lateral-volante. Y no me sacó más”, completó.