El segundo partido del Mundial de Clubes pasará a la historia. En Cincinnati, Bayern Múnich apabulló a Auckland FC de Nueva Zelanda por 10 a 0 en la mayor goleada de todos los tiempos de la competencia. No tiene sentido comentar o reseñar un juego tan desigual en el que los alemanes ganaban 4 a 0 a los 21 minutos y se fueron al descanso 6 a 0 arriba. No hubo relación entre dos mundos tan diferentes.
Entre un equipo superprofesional, de los cinco más poderosos de Europa, y otro semi amateur con jugadores que se ganan la vida en otras actividades además de la pelota. Por ejemplo, Dylan Macknum, uno de los mediocampistas, es modelo publicitario y el colombiano Jerson Lagos, que ingresó en la segunda etapa, atiende una barbería en el centro de la ciudad.
En todo caso, Bayern hizo una enorme demostración de autoridad en la previa de su partido del viernes con Boca que empezará a resolver la suerte del Grupo C. Y ratificó que cruzó el Océano Atlántico no para estirar las piernas en el verano norteamericano sino para ganar la Copa. Si en la previa ya eran candidatos a la clasificación, mucho más lo son ahora con una diferencia de gol tan abrumadora.
Es cierto que contra Boca y Benfica, la música sonará diferente y serán partidos mucho más parejos que darán una pauta mas real de las posibilidades del equipo bávaro. No tendrán las ventajas de todo tipo que dieron los australianos que salieron a meterse atrás con un esquema 5-4-1 que muy pronto hizo agua por arriba, por abajo, por adentro y por afuera. Lo mejor que hicieron fue mover del medio.
Y conste que el inglés Harry Kane, el goleador del equipo en la temporada, se retiró zapatero. Hizo un trabajo silencioso y sacrificado atrayendo marcas y abriendo claros para la llegada de los volantes. A los 22 minutos del segundo tiempo le dejó su puesto a Jamal Musiala y el juvenil no defraudó. Hizo tres goles (uno de penal) en 17 minutos y se convirtió en el goleador de la tarde. Los franceses Kingsley Coman y Michael Olise señalaron dos cada uno al igual que el veterano Thomas Müller y el lateral galo Sacha Boey completó la cuenta. La cuenta paró en diez, pero pudo haber sido mayor.
Los australianos lo único que se les puede rescatar es su nobleza para soportar la paliza sin pegar ni hacer trampa. Asumieron su inferioridad con resignación y ahora serán la escalera que Benfica y Boca utilizarán para hacerle la mayor cantidad de goles posible y achicarle la diferencia al Bayern, que debe haber logrado el triunfo mas amplio de su historia a nivel internacional. Fue tan fácil que, por pudor, los alemanes ni siquiera gritaron sus goles.
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