Lionel Andrés Messi, Argentino, tres hijos, casado, 32 años. Hijo de Celia y Jorge. Rosarino de nacimiento; Catalán por adopción. Rey de Barcelona, comandante de un equipo que, sin dudas, algún día se extrañará. Lío fue el hombre elegido por la historia para emparejar y volcar una vida de rivalidad eterna. Justamente, fue otro Argentino el encargado de generar la brecha y la distancia en tiempos en los que no había ni redes sociales ni globalización, un tal Alfredo Di Stéfano. ¿La rivalidad? Real Madrid – Barcelona; Barcelona – Real Madrid, sin dudas, el enfrentamiento de todos los tiempos….
Al tantas veces llamado Pulga (hoy un gigante del fútbol), esta semana se le volvió a “plantar” a la dirigencia del Barça y su consejo de fútbol por unas polémicas declaraciones de Abildal, certificando una vez más lo que ya todo el planeta futbolero sabe: es el futbolista más deteminante de todos los tiempos, dentro y fuera de la cancha, aunque en ocaciones a la dirigencia se le olvide. Comandante, Capitán, referente, pónganse el título que quiera, de un conjunto que marcó una época a fuego. Y reafirmando aquélla máxima de la sabiduría pupular:”El tiempo todo lo cura, todo lo acomoda”. O como reza el título de estás líneas: “Messi y la justicia de la historia”. Tal vez en otra tarea suya de las que hace sin querer, La Justicia Divina.
Muy pocos saben aquélla verdad guardada bajo siete llaves, aquél mito del que casi no se habla: casi medio siglo antes de que Messi se calce la inmortal dorsal 30 una noche de entresemana por primera vez con el Barça, hubo un argentino casi tan mágico como él al que no habrían dejado jugar con esos colores.
Alfredo Di Stéfano había jugado con River en la Máquina y había migrado a Millonarios de Colombia, envuelto en una polémica huelga de jugadores. En todos sus equipos había deslumbrado. Y los ojos de Europa se posaron sobre él en alguna de tantas giras futboleras tan frecuentes por esos tiempos. No eran tiempos ni de Instagram, ni de Facebook, ni de YouTube, ni siquiera de trasmisiones en vivo. Todo era de Boca en Boca. Así se construían las leyendas.
Para comienzos de 1953, la llegada de aquel argentino al que luego se conocería como la Saeta rubia al Barcelona era casi una realidad… De hecho en 2017 se encontraron documentos en las oficinas de River, en los que se certicaba que se negociaba el traspaso. Y así lo demoestraba la caratula de un viejo documento -ya corroído por el tiempo- que rezaba:”Traspaso de Alfredo Di Stéfano al Fútbol Club Barcelona” en esos papales se habla de la cifra de 87.000 dólares por la compra del pase del delantero. En medio de aquella negociación, apareció el Real Madrid que empezó a pugnar por el astro. Cabe destacar que la última liga ganada por el Merengue hasta ese momento había sido en 1933. En medio de supuestas presiones y reuniones, el jugador terminó llegando al Real. Dice el mito que mucho tuvo que ver el Gobierno de Franco en la resolución de aquel conflicto. Se dice que Franco veia con buenos ojos la llegada del jugador para impulsar una mirada madridista de España. Lo que deja un halo de misterio en toda la cuestión. El resto de la historia, es conocida: Real Madrid se transformó en el multicampeón de aquellos años, dando vuelta una estadística que le era esquiva. Y surgiendo como el club más poderoso del mundo, de la mano de Alfredo Di Stéfano, la Saeta Rubia.
Poco más de 50 años después, otro Argentino tuvo la posibilidad de debutar con el Barcelona, un tal Lionel Andrés Messi. Y vaya si emparejó las acciones: cómo mencionamos: en 2019 ganó su sexto balón de Oro, único jugador en la historia en alzarse con semejante colección. Y como si fuera poco, ejerciendo su lugar de líder y hombre de experiencia, hoy este Messi, se planta, delante de la Conmebol (como en la Copa América), delante de los dirigentes de su amado Barça o delante de quién haga falta…
Sí señores, el Rey de Barcelona, el tipo encargado de ejercer “la justicia de la historia” para emparejar una rivalidad repleta de misterios… Aunque la dirigencia, en ocaciones, lo quiera olvidar.
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