Roland Garros es dominado por Rafael Nadal desde hace aproximadamente quince ediciones y, claro está, en el medio, las consagraciones de Roger Federer, Stanislas Wawrinka y Novak Djokovic en el Mundial de polvo de ladrillo hacían prever que el dominio del español podía extinguirse en cualquier momento. Sin embargo, la resurrección y reinvención por parte del mallorquín logró que éstos queden relegados a un segundo plano.
No obstante, hubo una figura que apareció con fuerza en 2016 en superficies lentas y quien, tras algunos buenos resultados en las giras previas al Grand Slam francés, comenzó a sonar como uno de los sucesores del español. Su nombre era Dominic Thiem. El joven austriaco le había ganado a Rafa en Buenos Aires en ese 2016 y había realizado una gran temporada sobre la superficie, hechos que lo llevaban a ser uno de los mejores jugadores del circuito por esos días.
El año pasó, el 2017 inició y Nadal arrasó con la temporada de polvo de ladrillo en Europa, consiguiendo cuatro de los cinco torneos que disputó y cayendo en un solo partido, justamente ante Thiem, en los cuartos de final de Roma. Luego, en Roland Garros se tomó revancha y lo sacó, como quien dice, con fritas, para avanzar a la final de aquella temporada, donde venció al suizo Wawrinka en tres cómodos sets.
Durante dos años consecutivos, el austriaco caía en semifinales de Roland Garros. En 2016, Djokovic le había arruinado los planes al joven Thiem y en 2017 Nadal se adueñaría del cruce. Ni lerdo ni perezoso, el austriaco intentaría al año siguiente vencer a Rafa en tierra batida, hecho que pudo conseguir en Madrid, también en cuartos de final, tal como había hecho en la temporada anterior en la capital italiana.
Lo de Thiem era cosa seria y, como si fuese poco, en esta edición del Grand Slam parisino, llegaría a la definición, donde Nadal volvió a frustrar sus ambiciones en tres sets. Algo, igualmente estaba cambiando y se notaba y percibía que, poco a poco, el mando estaba cambiando de mando.
Esta temporada 2019 inició y tras una primera parte muy floja, Thiem comenzó la temporada europea sobre el polvo anaranjado con todo, llevándose el título en Barcelona, venciendo a Nadal en las semifinales. Era una antesala de un nuevo Roland Garros y el austriaco nuevamente se predisponía a ser el heredero del trono, aunque claro está, con el resultado de ayer, y la victoria de Rafa, eso deberá esperar un año más. Pero lo que sí es seguro es que a Nadal ya no le es tan sencillo vencerlo: de hecho, en esta edición, pudo sacarle un set, algo que nunca había conseguido en el Grand Slam francés ante el español y eso hace que sea, sin dudas, marcado como el príncipe natural de ese reinado que aún ostenta el español.
Habrá que esperar una temporada más para dilucidar si realmente se cumple la profecía, lo importante es que Thiem, por números, estadísticas y un click enorme a nivel mental, está predestinado a ser el heredero al trono que Nadal posee sobre el polvo de ladrillo.
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