El mallorquín venció en cuatro parciales a Thiem en la definición de Roland Garros y conquistó su duodécimo trofeo en París, una locura envuelta en polvo de ladrillo.

Dicen que los cuentos y las fantasías no existen, pero si alguien hubiese dicho que un jugador ganaría doce veces un mismo Grand Slam, seguramente hubiesen tratado a esa persona de loco e irracional en sus cabales. No obstante, siempre existe aquel que rompe las reglas y está destinado a hacer historia en el deporte, en la humanidad, en la vida. Ese hombre, esta semana, es Rafael Nadal, quien, tras derrotar en cuatro parciales a Dominic Thiem, se coronó por duodécima vez en Roland Garros.

Con un marcador final de 6-3, 5-7, 6-1 y 6-1, en poco más de tres horas de juego, el español se adueñó un año más del Grand Slam parisino, en lo que significó la primera vez en la historia que un tenista profesional masculino haya conseguido alcanzar doce veces el mismo Major.

La ventaja de Nadal se terminó de simplificar cuando el cansancio físico por cuatro días consecutivos de competencia se hicieron presentes en el cuerpo del austriaco Thiem, quien, tras el segundo parcial, acusó realmente la fatiga y el encuentro se terminó resolviendo en favor del mallorquín con esa gran diferencia final.

Con el triunfo ante Thiem, Nadal se consagró por décimo octava vez en un Grand Slam, y a los doce Roland Garros se suman tres Abiertos de los Estados Unidos, dos Wimbledon y un Abierto de Australia.