El británico cayó en un partidazo de cinco apretados sets ante el español Bautista Agut y se despidió en la primera ronda del primer Grand Slam de la temporada, en lo que significó su último partido en tierras Aussies como profesional.

El tenis se conmocionó con su anuncio la semana pasada. Es que Andy Murray es, para muchos, el cuatro en el póker de estrellas de la última década del tenis masculino a escala mundial, cuarteto que comparte con Roger Federer, Rafael Nadal y Novak Djokovic. Y tras anunciar su retiro luego de Wimbledon en julio, se dispuso a disputar su último Abierto de Australia de la mejor manera.

El debut no era para nada fácil. Roberto Bautista Agut, campeón en el inicio de la temporada 2019 en el torneo de Doha, lugar en el que derrotó en la definición nada más ni nada menos que a Djokovic, era el hueso duro de roer en la presentación del escocés. Y todo culminó tras tres apretadísimos y excelentes sets de puro show y tenis del más alto vuelo.

Bautista Agut tomó la iniciativa y se hizo de los dos primeros parciales por idéntico resultado: 6-4. Hasta allí todo parecía seguir la línea del triunfo para el español, quien realmente estaba jugando un partido tremendo. Y todo se vio más favorecido para su lado cuando en el tercer set dispuso de un quiebre a su favor para solamente tener que mantener su servicio en un par de ocasiones y culminar el asunto sin mayores inconvenientes.

Pero Murray es un campeón, de esos que hay pocos, Y como campeón que es, juega por la gloria. Y al jugar por la gloria, jamás deben darlo por muerto y derrotado. Y así quedó demostrado por el británico: no solo recupero ese break en contra, sino que se hizo del set y también se llevó el cuarto, ambos en la definición del tie-break, para estirar el choque hacia un quinto y definitivo parcial.

Con el 1-0 a favor del ex número uno del mundo, el Melbourne Arena era un hervidero. La gente veía como el finalista de tantísimas ediciones se recuperaba del mal trago y, pese a la merma física, corría las pelotas como un pequeño y amateur jugador, de esos que todos admiran cuando lo ven competir solo por amor al deporte y por la gloria eterna.

Sin embargo, el español, del otro lado de la red, comenzó a hacer valer su juego y puso a trabajar sus herramientas, desgastó los últimos litros de gasolina que quedaban en el tanque del físico de Andy y tomó una distancia que terminó siendo imposible de recuperar, cuestión que lo llevó, en el octavo juego, a sellar el partido con su servicio por 6 a 2.

Las ilusiones de verlo competir, al menos por un partido más, se esfumaron con el drive demoledor que Bautista Agut atinó sobre el revés de Murray, quien, totalmente exhausto, solo alcanzó a tocar la pelota. No obstante, una vez realizado el saludo formal post encuentro con el choque de manos, el español llenó de elogios al ex número del mundo reconociendo, entre otras cuestiones, la gran carrera y el profesionalismo de su rival.

Pero no todo finalizó allí. La organización del evento le preparó un video despedida a Murray en el que jugadores de la talla de Federer, Nadal, Djokovic y Alexander Zverev, entre otros, plagaron de buenos deseos y alabanzas al escocés, quien, emocionado hasta las lágrimas, agradeció el gesto, hizo lo mismo con el público, saludó a todos y se retiró ovacionado por todo el estadio, en una clara muestra de afecto y admiración por parte de los allí presentes.

El adiós llegó. Se retiró con un “hasta siempre” camuflado de un “hasta luego”. Murray no volverá a competir en Australia, pero una cosa está en claro: el amor entre él y ese público será eterno.