No cabe lugar para sacar conjeturas e intentar plasmarlo como un año más dentro de su carrera. Este 2018 dentro de la vida de Diego Schwartzman quedará marcado a fuego por todo lo que significó. Terminarlo dentro de los mejores veinte del mundo, haber logrado el protagonismo que se propuso en el circuito, sobre todo en los Grand Slams, haber ayudado con creces a su país a retornar a la máxima categoría de la Copa Davis y el título conseguido en Río de Janeiro hacen que, sin lugar a dudas, ésta haya resultado la mejor temporada tenística que ha vivido hasta este momento.
Basta repasar algunos de los ítems que hemos enumerado en la nota para comprender que no se puede tomar a la ligera este 2018 en la vida de Schwartzman. Como él mismo se encarga de sostener año tras año, el objetivo del siguiente es estar un paso más arriba de lo que resultó el anterior. Y en este 2018 eso fue lo que hizo.
No es casualidad lo ocurrido durante todo este periplo. Los octavos de final en Australia, perdiendo ante un casi imbatible Rafael Nadal en cuatro apretadísimos sets, los cuartos de final de Roland Garros, cayendo ante el mismo oponente, pero logrando ser el único jugador en todo el certamen en arrebatarle un set al mallorquín en su camino hacia el undécimo título en París, la primera victoria de su vida en césped en Wimbledon y la tercera ronda del Abierto de los Estados Unidos, cediendo recién ante un inspirado Kei NIshikori, que lo doblegó tras batallar casi cuatro horas y media, son muestras claras de ello.
Por si fuese poco, haberse cargado al hombro la responsabilidad, junto a su amigo Guido Pella, entre otros tenistas, de devolver a la Argentina al Grupo Mundial de Copa Davis, logrando los tres puntos en los que participó durante el corriente año, no es un dato menor a la hora de realizar un balance positivo de este 2018.
Hay que sumarle, además, el título alcanzado a principios de temporada, allá por febrero, en el ATP 500 de Río de Janeiro, donde vapuleó a sus rivales sin ceder un solo set y los apabulló física, tenística y mentalmente para alzarse con el segundo certamen a nivel ATP en su carrera.
Y, más allá de entender que los resultados obtenidos a lo largo del año lo hicieron rozar el Top 10 en cierta altura del mismo, hay que comprender que finalmente lo culminó establecido dentro de los veinte del mundo, una meta envidiada por varios y a la que solo pueden llegar quienes se esfuerzan por ser cada día un poco mejores, tal como realiza Schwartzman desde el día en que empezó a empuñar una raqueta.
Habrá que ver que le deparará el 2019, cuáles serán los objetivos a corto y a largo plazo dentro del año del tenista argentino. Lo cierto es que hay algo de lo que nunca se podrá dudar: corazón, entrega y perseverancia no le faltan y, por eso, es probable que el Peque jamás tenga límites.
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