Por: Juan Tomás Kucharski

Wawrinka venció a Khachanov por los octavos de final en San Petersburgo, pero la nota de color surgió por una jugada durante el transcurso del primer parcial. La historia cierra con una moraleja para el ruso.

Una rareza se dio este miércoles en el ATP 250 de San Petersburgo, en Rusia. En el choque entre Stanislas Wawrinka y Karen Khachanov, una jugada inusual captó la atención de los medios, por la caballerosidad de Wawrinka ante un punto en juego con un Ojo de Halcón bastante debatido.

El hecho sucedió en el primer set. El suizo ganaba 5 a 2 sobre el ruso Khachanov y, tras un largo punto, una pelota cruzada de Wawrinka es dejada pasar de largo por su contrincante, situación avalada por el juez de línea pero corregida por el juez de silla.

That’s what we call sport-STAN-ship…@stanwawrinka ?#spbopen pic.twitter.com/zUJ7c3TRJ4

— Tennis TV (@TennisTV) 19 de septiembre de 2018

Indignado por la situación, el local solicitó el Ojo de Halcón correspondiente y la tecnología concedió la pelota buena para Stan. Hasta aquí, todo sucedió bajo una gran normalidad, pero se presentó una pequeña grieta.
Khachanov, disgustado, encaró al umpire del encuentro y le discutió que él había dejado pasar la bola por el canto del juez de línea, aludiendo que esa autoridad había dictaminado mala la pelota, hecho totalmente falso, ya que quien dejó pasar la misma fue el propio Khachanov, quien luego, acto seguido, escuchó al juez de línea cantarla mala.

Al notar la discusión entre el umpire y el ruso, Wawrinka se acercó y preguntó sobre lo que estaba aconteciendo, a lo que Khachanov explicó “su verdad”. Al desconocer completamente la situación, el suizo confió en su rival, respaldó su pedido y le permitió volver a disputar el punto, cuando el reglamento y los hechos no le otorgaban esa facultad al ruso.
El encuentro siguió su rumbo. Khachanov recuperó terreno en ese set, sin embargo, terminó cediendo ante el ex campeón de tres Grand Slams y el resultado final cerró con un 7-6 (10) y 7-6 (1) en favor de Wawarinka.

La historia cierra con una moraleja para Khachanov: “No intentes sacarle ventaja a un colega jamás. El destino, tarde o temprano, te pone en tu lugar”.