El evento de Buenos Aires tendrá campeón argentino por primera vez desde el 2008. La final será entre el Peque y el hermano mayor de la familia Cerúndolo.

Clima perfecto. Sol, poco viento y vibraciones desde la tribuna del Buenos Aires Lawn Tennis. Sábado en pleno verano porteño y el aroma similar a Copa Davis era un lujo para los pocos espectadores que habitaban las tribunas del court Guillermo Vilas. Y desde el polvo de ladrillo anaranjado, Diego Schwartzman y Francisco Cerúndolo ganaban sus respectivas semifinales y le daban a la Argentina una definición entre tenistas de su tierra por primera vez desde el 2008.

El primero en acceder fue el hermano mayor de los Cerúndolo. Francisco copió los pasos de Juan Manuel, quien la semana pasada pasó la Qualy y se llevó el título en Córdoba. Aunque a Francisco le falta el último duelo, todo lo anterior es idéntico y ayer, ante el español Albert Ramos Viñolas, brilló y se impuso por 7-6 (5), 3-6 y 6-2, para así ser finalista del Argentina Open, cumpliendo uno de sus grandes sueños.

El segundo fue el Peque Schwartzman. Más acostumbrado a este tipo de eventos, el nueve del mundo salió a la cancha a comerse, literalmente, al serbio Miomir Kecmanovic. Y vaya si lo logró. 6-0 en veinticinco minutos fue el primer set y el segundo, más parejo, quedó para el argentino 6-4, aunque la superioridad fue suprema.

De esta forma, Argentina tendrá un nuevo campeón en semanas consecutivas. Quizás el apellido se repita con Cerúndolo, quizás Schwartzman meta la cola y se lleve el tan ansiado título en Buenos Aires, ese que se le negó en el 2019, cuando cayó ante Marco Cecchinato en la definición.

Lo cierto es que, desde el 2008, no había una final argentina en el evento porteño. En aquella ocasión fue David Nalbandian quien doblegó al misionero José Acasuso en tres parciales, para llevarse el título. Título que significó el último de un tenista de esta tierra en este evento, por que, además, el de este domingo, será el primer título argentino en la competencia desde el mismo año.

La semana en Buenos Aires fue atípica. No solo por algunas sorpresas en el cuadro, sino también por la casi nula afluencia del público. Sin embargo, el espectáculo estuvo asegurado y la fiesta se vivirá a todo trapo. Porque Argentina, sin dudas, volvió a ser tierra propia para sus representantes.