Cualquier ámbito de la vida puede tornarse en político de un momento al otro. No todos los humanos piensan de la misma manera y la realidad de cada uno y su análisis de la misma es completamente válida. Y en el este, con este conflicto del COVID-19, estos hechos no tardaron en comenzar a presentarse y a dejar a algunos profesionales expuestos con sus pensamientos y sus formas de ser.
Uno que quedó en el ojo de la tormenta a través de sus declaraciones fue el austriaco Dominic Thiem, tres del mundo, quien hace dos días, en un diario de su país, declaró que no estaba de acuerdo con la donación que se propuso para contribuir y ayudar a los tenistas que están fuera de los cien primeros de los rankings mundiales, tanto en la rama femenina como en la masculina.
La medida para ayudar a esos profesionales era simple y consistía en aportar entre U$S 30.000 hasta U$S 5.000, dependiendo el lugar que ocupaban en el escalafón mundial, para que aquellos tenistas que están fuera de los cien primeros lugares pudiesen soportar la cuarentena de una mejor manera. Pero al tres del mundo esto no lo convenció y se declaró en contra, opinando que, según su visión había jugadores que pertenecían a ese grupo que no lo merecían porque no parecían muy profesionales en la práctica del tenis.
“No tengo problemas en dar una donación a gente que realmente necesite los recursos para comer, pero convengamos que ninguno de los tenistas que está en los rankings se está muriendo de hambre. Aparte, hay muchos de ellos que no se dedican al ciento por ciento a la actividad, hasta no parecen muy profesionales”, fueron las palabras de Thiem, que desataron la polémica en el Tour y las críticas no pararon de caerle encima.
Éstas tienen su lógica, ya que Thiem tiene embolsado en premios, en toda su carrera, más de U$S 23.000.000 y solo debía aportar U$S 30.000 por única vez para contribuir a los más necesitados y damnificados por el golpe del Coronavirus y la inactividad, algo que tanto Novak Djokovic como Rafael Nadal y Roger Federer si se comprometieron a aportar y, de esa manera, dejaron más expuesto al austriaco.
La meritocracia parece calar profundo en el análisis de Thiem. El merecimiento por el trabajo realizado parece pesarle más en su pensamiento que una situación problemática a nivel mundial y el cuestionamiento hacia sus declaraciones fueron todo un hecho. Lo cierto es que el austriaco habló de manera auténtica y desató una polémica que, seguramente, seguirá latente con el paso de los días.
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