El Mosquito fue uno de los tantos número uno que tuvo el ranking ATP en su historia y hoy se dedica a jugar el Champions Tour como su gran conexión con el mundo del deporte blanco.

Los jugadores de tenis sueles ser recordados por sus hazañas, por sus referencias en alguna superficie o mismo por algún golpe característico en su juego y Juan Carlos Ferrero, el Mosquito, es recordado en el planeta de la pelotita amarilla por varios de estos factores, entre ellos, y quizás el más importante, el hecho de haber sido el líder del ranking mundial en el año 2003.

Ferrero fue uno de esos jugadores especialistas en un suelo específico, pero que también supo desenvolverse en otras superficies de gran manera, a punto tal que tras su arribo a la final del Abierto de los Estados Unidos en el año 2003 se coronó como el mejor del mundo.

Aquel año había sido de un lujo excelente para el Mosquito, en el cuál consiguió su único Grand Slam, en Roland Garros, venciendo a todos los jugadores que se interpusieron en su camino de manera bestial. Además, había conseguido los Masters Series (hoy Masters 1000) de Montecarlo y Madrid y el título en su ciudad, Valencia, para acumular cuatro certámenes en la temporada, en lo que fue su mejor año.

Campeón con su país de la Copa Davis en los años 2000, 2004 y 2009, el Mosquito se consiguió un lugar de respeto en el Tour a base de derechazos limpios, su gran golpe, en el cuál imprimía una aceleración descomunal e imposible de dominar en aquellos años, sobre todo, en la previa a la llegada de Rafael Nadal al Tour.

Hoy en día, la vida del Mosquito se divide en el Champions Tour de la ATP, donde comparte el mismo con ex jugadores retirados, y jugando algunos torneos de paddle en el mundo. Por otra parte, también incursionó hace algunas temporadas como entrenador de Alexander Zverev y hoy es el coach de Carlos Álcaraz, una de las promesas del tenis español.