El austriaco festejó por primera vez en su propio hogar un título ATP tras vencer en sets corridos al español Ramos Viñolas. Kitzbühel es el tercer título del año para el número cuatro del planeta.

Dominic Thiem puede disfrutar las mieles del éxito tras una gran semana en casa y puede dejar atrás una espina clavada desde hace muchísimo tiempo ya que el pasado sábado, en Kitzbühel, el austriaco se adueñó del certamen ATP 250 de esa ciudad, en su país natal, y pudo ser campeón y profeta en su tierra por primera vez en toda su carrera, algo pendiente desde que se inició como profesional.,

Con un encuentro definido en dos sets, con parciales de 7-6 (0) y 6-1, el número cuatro del mundo venció al catalán Albert Ramos Viñolas y se llevó el tercer título a nivel personal en lo que va de la temporada, tras las conquistas en Indian Wells y Barcelona, en la primera mitad de la temporada.

Para el español, con la derrota, se cortó una racha de nueve victorias en fila, algo que había comenzado hacía quince días atrás con su primer éxito en Gstaad, donde cosechó un nuevo certamen en su carrera, y que finalizó tras caer ante Thiem en la definición de Kitzbühel. Sin embargo, se puede comprender que, más allá de la derrota, las sensaciones de gloria dentro de Ramos Viñolas volvieron y ahora será un hueso duro de roer para cualquier adversario hasta que termine la temporada.

Por el lado del número cuatro del mundo, Thiem, queda la perseverancia y el festejo final tras haber salido de esa zona empantanada, donde nunca podía triunfar, que es lo que realmente le importó durante toda la semana: ser profeta y campeón en su propia casa, en Austria. Y así fue nomás, para llevarse el decimocuarto certamen profesional y ser uno de los más ganadores de la temporada.