Lanús, ocho de la mañana. Comienza el día para Alan Duarte. Aguarda el 526 o el 266P sobre la 9 de Julio y después de quince minutos de bus, baja para caminar al principal centro de entrenamiento del Club Atlético Lanús. Es la rutina diaria un paraguayo que nació en la ciudad de San Lorenzo y hoy vive a 1.277 kilómetros. Entrena por la mañana, estudia por la tarde y sueña las veinticuatro horas como todo jugador de su edad.
Pero detrás y con la corta edad, hay un historia y vivida lejos de la tierra guaraní. Luego de cummplir el primer año de vida, viajó con sus padres a España, donde siempre respiró fútbol. Y esto a pesar de no tener un familiar profesional o amateur en el deporte. En la madre patria se instaló en Fuengirola y jugó en Cando; se mudó a Elche y vistió los colores del Kelme FC. Siempre había un balón, un campo y un club.
Pero el destino, quizás impulsado por el fútbol, trajo de vuelta a Duarte y su familia al país a los once años. Y sin tiempo que esperar, reinició la actividad futbolística. Comenzó en la escuela de fútbol de San Lorenzo cuando cumplió doce. Luego pasó al San Toñito. El ascenso fue inmediato ya que a los catorce jugó en las inferiores del Deportivo Liberación en la División Intermedia y a los quince vistió la camiseta de Independiente de Campo Grande en la máxima categoría. Hoy en día juega en las inferiores de Lanús aguardando por una oportunidad en primera.
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