La Copa America 2021 es una oportunidad única para que la selección Argentina vuelva a ser campeona después de 28 años y 7 finales perdidas.

Soy parte de esa generación que no vio nunca campeón a la Argentina. Que creció con la incertidumbre de como sería gritar de felicidad en una final de un torneo con la Albiceleste. A la cual se le llenó el alma de frustración con la final del Mundial de 2014, donde la gloria estuvo tan cerca. La misma que vio como se escapaban la finales de las distintas Copa America (2004, 2007, 2015 y 2016).

Desde esa última estrella obtenida, Argentina siempre armó grandes planteles con buenos nombres. Pasando de la selección de Alfio Basile de 1994 con el último mundial de Diego, a la que jugó en Francia 98 con Passarella como entrenador. Apareció Bielsa con la selección de 2002, pero lamentablemente terminó decepcionando. Además ese mismo grupo perdería ante Brasil en la Copa America 2004 en la final y se quedaría con las manos vacías.

Pero de esos equipos no tengo recuerdos en mi memoria. La primera vez que lloré por fútbol fue el 30 de junio de 2006. En aquella oportunidad Pekerman era el entrenador. Argentina casi elimina del mundial a la organizadora Alemania pero tuvo que pegarse la vuelta, con un Messi en el banco de suplentes, quien estaba dando sus primeros pasos en la selección.

El Coco volvió a darle una identidad al equipo, pero quedó al borde de la gloria en la final de la Copa America en 2007 perdiendo ante Brasil con una categórica goleada. A partir de ahí el rumbo de Argentina deambuló de entrenador en entrenador, sin poder darle constancia a un proyecto y a un modelo elegido. Pero siempre hay un rayo de esperanza para todo.

Ese rayo sería Alejandro Sabella. El gran Maestro que tuvo Argentina en los últimos años. Con trabajo y paciencia comenzó a crear un equipo que terminaría siendo confiable y emocionaría a todos. Así llegó el mundial de 2014, todos queríamos y confiábamos que fuera la cita más especial de Messi. El equipo iba creciendo en el rendimiento y lograba avanzar en las rondas. Así llegó la fecha más especial de los últimos mundiales.

El 13 de julio de 2014, en el Maracaná, se enfrentaron Argentina contra Alemania. El que ganara iba a tener la gloria eterna. No pudimos, quedamos en la puerta. Digo quedamos, porque esa tarde, todos sentimos que estuvimos a nada de tocar el cielo con las manos. Faltó acertar al arco, faltó esa cuota de suerte que necesita el equipo campeón.

Estuvimos cerca. A tan solo unos centímetros, esos que dejaron a Higuaín en offside en el gol que no fue tal y fue el más gritado del siglo. Tan solo faltó un buen control, ese que no tuvo el Pipa para poder definir más tranquilo contra Neuer en aquel recordado mano a mano. A tan solo una buena decisión del árbitro, que debió cobrar penal por la falta del arquero sobre Gonzalo. O a tan solo una definición acertada, la que le faltó a Palacio que desperdició una chance de oro. Pero finalmente esa noche la suerte no estuvo de nuestro lado.

Después llegaron dos nuevos cachetazos. Copa America 2015 y Centenario 2016. Dos finales que se perdieron en la tanda de penales y ante Chile. La selección de Martino, en este caso, tuvo un fútbol de alto vuelo pero en los partidos finales se quedó sin nafta y no pudo quedar en la historia. Pero la gloria volvió a escurrirse de las manos, y nos quedamos sin nada.

Desde ahí, la situación institucional en la AFA repercutieron fuertemente en el plantel de la selección y en su forma de jugar. Los técnicos desfilaban por el banco y la posibilidad de no clasificar al mundial de Rusia era viable. Pero apareció ÉL, apareció Messi ante Ecuador en Quito. La Pulga marcó tres y sacó pasaje para el evento más especial del mundo del fútbol.

El mundial de Rusia 2018 fue un paso hacia atrás. El equipo nunca encontró funcionamiento, e hizo agua durante los cuatro partidos que disputó. Francia nos bajó a tierra y nos demostró que no estábamos listos para seguir en competencia. La expedición al país europeo fue una catástrofe y dejó secuelas que debían sanar rápidamente.

Apareció Scaloni como nuevo entrenador de la Albiceleste. Muchos pedían técnicos de renombre, como Simeone, Pochettino o Gallardo, pero el único que quiso tomar las riendas del carruaje sin rumbo y perdido, fue el DT sin experiencia previa. No era momento de improvisar, era momento de dar el salto de calidad. Aprovechar los últimos años de Messi vistiendo la camiseta argentina, pero Scaloni fue el elegido.

Si bien fue resistido al comienzo y hoy en día sigue en pleno proceso de aprendizaje sobre la marcha, hay que confiar en él e ir todos para el mismo lado. Ahora estamos a días del comienzo de una nueva Copa America. A días de que las ilusiones se renueven y todos queramos gritar campeón en el Maracaná. Una de las últimas chances de Messi.

Messi ya pisa los 34 años, el retiro se acerca y todavía le falta llenar un casillero en su curriculum. Ser campeón con la Argentina. Este torneo es una de las últimas balas que le queda en el cargador, y quiere aprovecharla. Todos queremos que la aproveche. El fútbol le debe un título con la selección mayor. El sueño de todos es que este 10 de julio, la Pulga levante la copa en pleno Maracaná.

Soy parte de esa generación que no vio a la selección Argentina campeón. Que quiere que este sea el año, y sobretodo que sea este torneo. Quiero ver a Messi con la cinta de capitán llevando la copa de punta a punta en el Maracaná. Se lo deben, nos lo deben. Confío en esta camada. Talento sobra, ganas sobran, sólo falta suerte en las instancias finales.

Después de 28 años de sequía, de siete finales perdidas de manera injusta. De tantas ilusiones echadas a la basura, de volvernos con las manos vacías a nuestras casas, este tiene que ser nuestro año. En definitiva, que esta sea la definitiva…

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