En la primera nómina que entregó el entrenador de Boca, Nicolás Figal seguía ausente y todo parecía indicar que se perdería otro choque decisivo, el octavo desde que se lesionó. Sin embargo, el pedido de postergación que realizó Boca y que el Lobo aceptó, para pasar el encuentro de miércoles a jueves, le jugó a favor. Y él se encargó del resto: pidió estar, el DT lo escuchó y lo probó de titular en la práctica.
La decisión del entrenador sorprende porque Figal, más allá de sus ganas, todavía no está al 100%. Sin embargo, su predisposición para llegar a este partido, el día ganado por la postergación y la necesidad de cubrir una zona en la que Boca dio claras ventajas en Rosario, terminaron de darle forma a su presencia en el Bosque, que igualmente puertas adentro llamó la atención. Porque ni siquiera tiene una práctica de fútbol: lo de este jueves, en Ezeiza, fue un trabajo táctico.
Pero en definitiva, hay varios factores que inclinaron la balanza a favor del ex Independiente: el flojísimo nivel de Roncaglia (responsable directo en el primer gol de Newell’s, junto con Luis Advíncula, hasta ahora no dio la talla), la grave lesión de Marcos Rojo, el hecho de que Carlos Zambrano esté tocado (igual jugará) y la falta de confianza en el Pola Aranda (extrañamente, no entró en Rosario y terminó jugando Advíncula de 2, dando ventajas de todo tipo), también le dan un marco a su apresurado regreso.
En efecto, Ibarra siente que necesita mayor seguridad en el fondo, sobre todo en un equipo que perdió la solidez por las bajas y también el recambio defensivo. De hecho, pasó de tener el arco en cero en los últimos cinco partidos a recibir tres goles en los últimos tres. Y el DT entiende que no puede volver a dar las ventajas que dio en Rosario, sobre todo porque con Gimnasia no tiene margen de error: debe ganar para no llegar abajo de Racing a la definición del domingo.
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