Después de los procesos de Pékerman y Tocalli, hace un tiempo largo, las selecciones juveniles cayeron en un pozo profundo que parecía no tener salida.
Sin un rumbo y un proyecto definido, las categorías que siempre se caracterizaron por darnos alegrías, como la Sub 20 o la Sub 17, comenzaron a flaquear y a acumular resultados adversos. Y lo que es peor aún, se dejó de educar y preparar a los jóvenes para cuando dieran el salto a Primera.

Por eso hoy el fútbol argentino debe celebrar esta reconstrucción de las selecciones juveniles, con Pablo Aimar y Fernando Batista a la cabeza. Dos profesionales en lo que hacen y con una vocación admirable.

Con dedicación y esfuerzo, ambos lograron sus objetivos: Fernando Batista sacó boleto para el Mundial Sub 20 que se desarrollará en Polonia el 25 de mayo de este año; y ayer el Payaso Aimar logró clasificar a la Sub 17 al Mundial que tendrá sede en Brasil y se jugará a partir de noviembre.

Ojalá esto sea el comienzo de algo grande y que lo que esté por venir sea aún mejor. Si hay algo que quedó demostrado en estos años es que sin un proyecto claro desde las bases, conseguir resultados se torna bastante complejo.
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