Al igual que Lionel Messi, Julián Álvarez también quería dejar su huella en el Mundial de Clubes. En el arranque de la final con Fluminense, el Araña marcó un gol pero no de cualquier forma: con el pecho como se lo hizo Leo a Estudiantes en 2009. Minutos más tarde llegó la asistencia y el doblete en una noche mágica en Arabia Saudita.
Cuando transcurrían apenas 40 segundos del primer tiempo en Arabia Saudita, Marcelo despejó corto hacia la mitad de la cancha, Nathan Aké tomó la lanza, avanzó varios metros y sacó un potente remate desde afuera del área que se estrelló en el poste derecho del arco del Flu y fue a parar directo al área chica.
Allí estaba frotándose las manos el ex-River, que se tiró de palomita pero no tocó la pelota con la cabeza sino con su pectoral. Con el arquero Fábio desparramado a un costado, la pelota cruzó sin impedimentos la línea de meta y significó el 1-0 de los Citizens desde el vestuario. Ya en el complemento, cuando el conjunto inglés ya ganaba 2-0 (Nino marcó en contra), Julián se escapó por la banda izquierda y envió un centro rasante para que Phil Foden solo tuviera que empujarla a la red.
Lejos de conformarse con el 3-0, el City siguió acorralando a los brasileños y la joya de Calchín terminó coronando la goleada 4-0 y el título con un derechazo cruzado imposible de atajar. Sus compañeros se fundieron en un abrazo con él y el propio Guardiola se gastó las palmas de las manos por aplaudirlo. El Mundial de Clubes es el 15º título que brillará en su vitrina.
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