River arrancó bien plantado y salió a buscar la victoria ante Paranaense. El equipo de Gallardo con su ingenieria con Ponzio, Nacho, Palacios y Enzo, supo manejar la pelota y generar desde esos pies las primeras opciones.
Primero fue Nacho el que sacudió el palo tras una muy buena jugada en equipo. Y después, fue el gigante de Lucas Pratto el que estremeció a todo el público con una definición similar al empate en Madrid pero Santos tapó y mantuvo el cero.
El equipo de Napoleón manejaba con inteligencia la pelota y siempre estuvo por arriba del equipo de Brasil. Pero con el correr de los minutos, se fue aplacando. Y como marca una de las máximas del fútbol, cuando uno se apaga le da más oportunidades al rival. Paranaense fue creciendo y empezó a sorprender. Incluso, a los 32 tuvo la más clara paro Armani, otra vez Armani, dueño del arco como en sus mejores noches, dijo no y tapó lo que era gol de Paranaense.
En definitiva, River fue más pero con intermitencias. Así se fueron los primeros 45, entre la buena voluntad y la falta de eficiencia.
El segundo tiempo arrancó enrrarecido. De la Cruz reemplazó a Palacios, en un claro gesto para darle dinamismo al equipo. Pero le costó a River. Y el arbitro Tobar tuvo mucho que ver.
Pero a los quince y tras un córner, Pinola trató de definir, Lucho González la tocó con la mano y, después de deliberar con el VAR, Tobar cobró penal. Tiró Nacho, atajó Santos, y en el rebote, Nacho igualó la serie. Desde ahí todo fue distinto.
River fue todo empuje, vitalidad y su gente ayudó. Y con el tiempo de descuento, llegó el Oso Lucas Pratto para poner el 2 a 1 y desatar la fiesta. El Oso de los milagros se anotó uno más…
Y para decorar la torta con una frutilla, Matías Suarez quedó mano a mano con el arquero y decretó el 3-1 con una definición digna de los grandes. Fue 3 a 1 y a festejar
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