En las portadas de los principales periódicos deportivos del mundo han sido noticia la mala performance de la Selección Argentina el pasado Viernes frente a Venezuela; su proceso de renovación pos Mundial de Rusia; y la imagen de Messi deambulando en el campo de juego sin poder elevar a su equipo a una estatura mayor.

Ya nos hemos referido a la Argentina e intentado diagnosticar el origen de las fallas sistémicas que hacen lento, espeso y poco alentador este proceso de cambio. Sin embargo, y para ser objetivos, este modo laboratorio del equipo de Scaloni no es una novedad ni una excepción. Mucho menos una herejía.

Al compás de los resultados obtenidos en la última Copa del Mundo, las principales selecciones del mundo fútbol han determinado su destino. Algunas, las menos, ratificaron su rumbo (Francia, Croacia, Bélgica, Inglaterra, Brasil, que nunca cambia, como casos más importantes) y otras dieron por agotados sus ciclos a la par de los malos resultados ( Alemania, España y, obviamente, Argentina, las referencias más sonadas, sumada Italia que ni siquiera pudo clasificar). Poniendo una luz en los procesos de renovación, observamos que ningún camino es un lecho de rosas, aunque hay más luz en algunos procesos que otros.

Entre los “grandes” el caso más rutilante ha sido Alemania. La confirmación de Joachim Low al mando de la Mannschaft dió por tierra los rumores de división en el vestuario y aseguraron el poder al DT. La sucesión de malos resultados en los últimos torneos confirmó la idea de ciclo cumplido pos Río 2014 y el inicio del cambio de nombres y estilo.

La renovación tocará incluso el modo de juego histórico teutón, empujados por el efecto de los múltiples logros del Bayern Munich y el huracán Guardiola, que puso sobre la mesa la necesidad de, una vez más, renovarse para reinar. La idiosincrasia alemana no permitirá cambiar a medias, incluso poniendo en jaque la identidad de siempre. La salida de pesos pesados (sobre todo en el vestuario) como Hummels, Boateng y Muller decantó en la presencia mas asidua y con rol de mas importancia de la llamada “Generación Pep”, con jóvenes como Sané, Kimmich o Gnabry, representantes de un juego menos lineal y de mayor rigor ofensivo. Su primer paso fue la agónica victoria sobre Holanda (otra en renovación) por 3-2, con destellos del nuevo proceso.

Dependerá de esta clasificación el destino de Low, con nuevas caras como Julian Naggelman ( niño prodigio de la Bundesliga con su Hoffennheim sensación) a la espera del gran salto.

Los casos de Italia y España han ido de la mano de un recambio generacional profundo por la salida de jugadores símbolos y un aire fresco en los banquillos.

Buffón, Barzagli, De Rossi, más las presencias ya no habituales de Bonnucci, representan no solo la “culpa” por la eliminación de Italia para el Mundial, sino un paso más en la salida del catenaccio. Roberto Mancini ha tomado el timón y con él, la Euro será el banco de pruebas para nombres nuevos (Donnaruma, Bernardeschi, De Sciglio, etc. con Verrati como bastión) provenientes de una liga que busca reinventarse y recuperar espacio perdido.

Las primeras imágenes han sido alentadoras aunque se espera ver el “nuovo stile” frente a rivales de envergadura. 

Luis Enrique se ha propuesto renovar a un equipo que desde Sudáfrica 2010 no ha podido sostener la senda ganadora. La eclosión que significaron salidas de renombre (Xavi, Puyol, Iniesta, Torres, Xabi Alonso, Villa) aún no cicatriza. El tremendo “affaire Lopetegui” fue demasiado y ahora solo queda hacer cirugía, renovando y apostando por una generación que se las trae.

La elección del DT asturiano va en “modo Barcelona” respecto al estilo (Hasta Sergio Ramos lo ha elogiado) y entre la afición hay expectativa por que finalmente se la ha dado chance a jóvenes prometedores que estaban tapados por demás.

Luis Enrique lleva más de 40 jugadores nuevos citados, en todos los puestos, y a su carácter habitual le ha adosado el aval de la Federación. Ya no hay marcha atrás, o al menos no la habrá mientras dure la paciencia.

Entre ese maremoto mundial está Argentina. Con algo que nadie más tiene (Messi); con otras cosas que el mundo entero le envidia (Agüero, Icardi, Higuaín, Otamendi, Dybala, Di María, más allá del recelo que les tienen allí) y otras tantas que desde aquí no se comprenden: Un DT que adeuda el consenso pero del que se exagera su incapacidad, y una AFA que aún carece de seriedad y de un proyecto, son los atenuantes a la ilusión de un país futbolero por definición y antonomasia.

Quedarse en los nombres y no en la idea sería un mayúsculo error. Tomar atajos (priorizar resultados) no estaría a la altura de tanta historia y de tanto prestigio bien ganado.

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