El Mesías que predica en el exilio

El Mesías que predica en el exilio

D10S. Goat (Greatest of all time). Messias. Messiánico. Sobran los adjetivos y apodos que ilustran la admiración que Messi genera en el mundo fútbol. Que ya está sentado en la mesa de los grandes de la historia de este deporte; que en realidad solo le falta un Mundial para adueñarse de la cabecera de ese Olimpo; que ha cambiado su deporte, o “el deporte” en general; que es una máquina de pulverizar récords; que sus pares lo idolatran otorgándole un status único e inigualable. Probablemente, Lionel Messi aúne tras de sí el mayor consenso existente para instalarse como el mejor de esta era.

El pasado Domingo, en el estadio del Betis, alcanzó una nueva estatura en esa masividad absoluta cuando, luego de coronar con un golazo un nuevo hat trick en su haber, recibió desde las gradas vencidas un aplauso único y una reverencia honesta y sin banderías. Este hecho nos hace preguntarnos sobre la posesión del fútbol todo sobre su genio inmenso. Sobre la manera en que nos apropiamos de él y su figura, incluso sobre la patria extendida mas allá de Catalunya o Argentina, a caballo no solo de la masividad de esta era, sino de la imagen del ser humano más popular del deporte más popular del Universo.

De quién es Messi? Existe esta pregunta? Es válida? En qué momentos su genialidad deja de ser patrimonio culé para ser del hedonismo de todos?. Cada vez que repasamos sus goles, sus definiciones magistrales, sus gestos, los golpes que recibe, sus lamentos, su cabeza gacha o las múltiples fantasías que derrocha a cada paso, es derecho de todos asumirlo como propio, o bien es una idolatría demencial que no merece análisis alguno?.

En realidad debería merecerlo, sobre todo por que no las hay como éstas hoy en día en el planeta fútbol. Cristiano ha hecho todo lo que está a su alcance y más por gozar de ello y no ha recibido ese galón, especial y lastimosamente para él, de parte de sus pares. Desde allí, desde la idea de que todos somos un poco dueños de Messi es que planteamos en esta crónica la dicotomía eterna sobre un tipo que juega al fútbol. Solo eso. Y que por hacerlo tan bien desgaja el mundo a cada paso

Aquí

Hablar de que en el fútbol español hay un antes y un después de Messi es una verdad de perogrullo. Si lo hay en el fútbol todo, es imposible dejar a España fuera. Desde su lugar de producto foráneo de una Masía dorada, su aporte a la coronación del Barcelona como epitome del juego, rey de la belleza y el resultado, derrumbando cuanto mito se cruzara, ha traspasado ese concepto de juego. Fue la “estelada” (la bandera de la independencia catalana) frente al imperialismo madridista, mediático sobre todo, aun sin emitir una sola declaración, a la par de los icónicos Piqué y Guardiola; especialmente cuando el enfrentamiento entre éste y Mourinho puso de cabeza el orden establecido en el fútbol de este bendito país. Messi fue eso y fue más.

Fue el destronador de los mausoleos de la historia. Ya es el goleador histórico de su club, de la historia de la Liga de España y hasta de su Selección. Hizo dos, tres, cuatro y hasta cinco goles en un partido. Ganó Europa. Gano Ligas y Copas del Rey. Junto a una generación dorada redefinió el juego en un país que solo cuando siguió su estirpe pudo salir de perdedor. Allí, y en ningún otro lugar, simbólicamente, radica su aporte mas glorioso.

Quizás junto Federer, Jordan, Woods y Phelps encarne al deportista que lo ha podido todo. Al deportista, y al hombre, que ha cambiado su deporte (aquí, quizás, debamos incorporar a Cristiano, al menos en la modernidad), con el solo hecho de cambiar el interrogante: Que sería del Barcelona si jamás hubiera estado Messi? Que sería del fútbol español si la generación de Pep, con Messi de estandarte, no se hubiera dado?. Entre los tertulianos de Barcelona y España toda suele decirse que si Messi se hubiera nacionalizado, hoy España tendría un par más de estrellas bordadas en su escudo. Imposible saberlo. Allí, me imagino, descansa la respuesta a la pregunta de origen. Añoramos aquí a un Messi que aunque viva, juegue, crezca, envejezca y quizás muera en nuestra tierra sabemos que jamas será nuestro. Lo amamos a nuestro pesar, desbordándose nuestras manos de todo lo que hubiéramos dado por arroparlo un poco más……y convencerlo de ser nuestro.

Allí

Existen solo dos lugares en el mundo entero donde Messi no es una deidad incontrastable. La caverna blanca de Madrid y, de manera impensada para nosotros, en la Argentina. Lo de los necios merengues vaya y pase. Hasta nos honra y nos hace mejores en la gesta.

Lo de Argentina hace más ruido, aunque entendamos a regañadientes el veredicto. Seguramente solapado en la falta de títulos de su seleccionado, Messi ha sido denostado de una manera inédita, exagerada, feroz e injusta, aún para un país que se ha encarnizado con sus héroes a lo largo de la historia, a excepción, claro está, de la representación física de la argentinidad que encarna Maradona. No haber cantado como un “Puma” el himno nacional, no pegar patadas en la cadera de un rival por Eliminatorias, o no traducirse como un hijo criado a imagen y semejanza de su país lo han alejado de la adopción incondicional.

Se le ha cuestionado su valía futbolística tildándolo de acomodaticio, mediocre aburguesado o millonario sin apetito, desalmado y apátrida. Todo por un balón que Higuaín no conectó en Chile; por un gol en descuento de Goetze o por un penal desviado en la tercera herida en un alma que aún no cicatriza. Una sociedad que se ha acostumbrado a perder en cada orden de su historia y de su realidad no tolera que el Messias mezquine o niegue su mano salvadora, generando un cisma en su feligresía. Vilas, Bielsa, Kempes, Ginóbili son quizás los mejores ejemplos de próceres deportivos que no representan la argentinidad y han debido hacerse profetas en el exilio. Otros valores, pero por sobre todo, otra concepción del éxito y el fracaso los pone en la mirada de reojo. En la duda y desconfianza por ser pero no parecer.

Lamentablemente, y esto es lo que no cuaja, en horas de triunfo todo este desdén seguramente se habrá olvidado, subidos a sus andas apropiándose del logro. Menuda tarea tendrá Messi para cicatrizar su herida mas profunda, la que reconcilie su convicción de argentino y la de una masividad ciega que lo precisa como al agua.

De eso se trata finalmente el gran interrogante. Messi es de todos. aunque no lo quieran como merece. Es amado por quienes no pueden poseerlo y desdeñado por quienes nacieron a su lado. Como si se tratara, que lo es, de un genio de la historia de la humanidad, seguramente será venerado cuando ya no pueda ser disfrutado, en esas nostalgias que a la distancia todo lo engrandecen…..Solo que ahora, y “aquí”, es palpable y real. Argentinos, no queda demasiado por delante. Ojalá estéis a tiempo.

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Comentarios

5 comentarios “El Mesías que predica en el exilio

  1. Te falta mucho fútbol!
    No entendes lo que es un patronato vs dyj, un caruso “humo” lombardi, un llanto de Coudet!! Prende la tele y mira otros países

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