Liverpool never walks alone

Liverpool never walks alone

El fútbol volviò a hacer de las suyas esta tarde, y en una remontada histórica,Liverpool se aseguró su ticket a la final de la Champions tras golear a Barcelona por 4-0 y revertir el 0-3 de la ida. Todo fe. Todo corazón y actitud, el Liverpool ha brindado esta noche una lección de intensidad y fútbol ofensivo para doblegar a un Barca demasiado inexpresivo, y asestó un mazazo histórico que hará ruido por bastante tiempo.

En líneas generales, vale decir, Liverpool hizo un partido muy parecido al de la ida, solo que esta vez fue contundente y su rival no tuvo el “factor Messi” como hace una semana. Barcelona, en ambos juegos, fue superado en profundidad y dinámica por su rival, aunque esta vez, tal como hace un año en Roma, apareció apagado, absorbido por la cita y sin la cuota de fútbol requerida para cerrar una llave única, mucho más sencilla que la mayoría de las que ha tenido.

La falta de jerarquía que ha demostrado el Barca en algunos de sus jugadores (Coutinho, definitivamente, hace jugar a este equipo con un hombre menos) y la inexpresividad táctica desde el banco, vuelven a ponerlo de rodillas. Nuevamente Valverde reprueba una asignatura que parecía haber puesto de su lado en Octavos y Cuartos o en la Liga Santander, a otro nivel. Saber cerrar un partido, un tràmite o una serie son tanto o más importantes que ganar el duelo por la posesión o la estética del estilo. Barcelona se ha dejado robar la cartera una vez más, y ha echado por la borda una temporada que amenazaba ser perfecta. Que se hayan ido evaporando el Madrid, el City y los demás cucos europeos, liberando la senda llave tras llave, y el desaprovechamiento que se ha visto, rompen la foto del año. Valverde, Messi y los lìderes de este grupo deberán revisar muy dentro el motivo de esta palidez. Especialmente demostrada después del segundo gol inglés, que pareció revivir los fantasmas de Roma y paralizó el juego culé o esa pasividad inaudita que permitió el cuarto gol, pleno de distracciones, con jugadores olvidando el balón y caminando al área sin marca alguna. En este nivel, no es posible tamaña ingenuidad. Una vez más, Barcelona faltó a una cita que todo lo modifica.

La gesta de Liverpool tiene, como mínimo, tres explicaciones futbolísticas. La primera, el planteo ofensivo. Tras convencerse en Camp Nou que atacar a este rival era el camino, más allá del resultado, cada acción de juego, desde el inicio, tuvo como objetivo posicionarse en campo rival, asfixiar con esa presión alta por momentos demencial y buscar el descuento rápido para golpear en la remontada. La segunda, la disposición táctica. No contar con Salah y Firmino liberó la táctica, y ante ese “desorden” el equipo desplegó un juego veloz, sin transiciones con pelota al pie sino con velocidad al espacio, y una precisión inusitada, al punto de volver a quitarle la pelota al rey de la posesión y dominarlo, al igual que la semana anterior como visitante. La tercera, la predisposición colectiva. Liverpool no dejó un centímetro de campo sin arar en pos de una remontada que siempre sintió posible. Es esa suma de cuestiones claves donde Klopp cimentó la épica, más un conjunto de jugadores que volvieron a dar la cara y la piel.

Finalmente será Liverpool quien arme las valijas rumbo a Madrid, para cruzarse con Tottenham o Ajax. Bienvenida la caída de la estantería y el nuevo orden mundial. Pena por Barcelona, por el modo y por la poca valentía. Esa que Klopp transmite cada dia.

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