El área, la tierra prometida

El área, la tierra prometida

Esta noche, en un Bernabéu sediento de venganza por el último 1-5 y añorando la levantada de un equipo que continúa a los tumbos, se confirmó que cada frase o muletilla que cada filósofo de cada bar de cada ciudad del mundo fútbol pronuncia como sentencias inapelables se dieron cita en forma de partido de futbol.

Tratar de explicar el 3-0 del Barcelona sobre el Real Madrid en la semifinal de vuelta de la Copa del Rey, con un global de 4-1, puede ser, o bien la cosa más difícil del mundo, o bien la oportunidad de sentar posición sobre los valores del juego, sus matices y sus bemoles más allá del resultado. Un partido que, definitivamente, puede explicarse desde la contundente diferencia en la eficacia, en este post Cristiano que tanto expone al merengue de estos días. Merecimientos?…a otro lado.

Al igual que el último fin de semana en Sevilla, Barcelona redujo su expresión a solo 45 minutos. El PT entregó una imagen deslucida del equipo culé a la par de un Madrid superior en cada sector del campo. Solari, sabedor de sus urgencias, desplegó un esquema de marcación casi personal para defender, flexible y ancho para atacar por ambas bandas, maniatando a Busquets  e impidiendo la habitual salida de balón con pases limpios, incomodando al Barcelona, impidiendole generar volumen de juego. Neutralizado Semedo e intrascendente Sergi Roberto  en su nuevo rol de volante derecho (Reguillón y Vinicius los superaron permanentemente), con Alba y Messi desconectados y un doble eje Suárez-Dembelé  desdibujado, quedó el Barcelona condenado a una expresión  lenta, casi indolente, bajo un casi total dominio madridista.

Casemiro y Kross se adueñaron del juego, Benzema retrocedió diez metros para alternar el rol de armador ( un nuevo falso 9?) para Vinicius y Vázquez, que con sus desbordes y diagonales obligaron a que la defensa catalana defendiera casi sobre su línea de área grande. De no ser por Ter Stegen, no hubiera resultado extraño llegar al descanso con el Madrid arriba en el marcador.

Sin movimiento de bancas, el ST apareció con otro color y el partido pareció romperse. El Barcelona encontró algunos espacios, especialmente por las bandas, y desde allí aprovechó la oportunidad para reubicarse en el partido, sobre todo a partir de Dembelé. Fue desde el francés, más el adelantamiento de Rakitic y Busquets , que el partido cambió de dueño. Allí, y en las áreas, especialmente, quedó evidenciado, por hacía falta, la diferencia de maduración que tienen hoy ambos planteles. Mientras Vinicius dio un concierto de regates, enganches, frenos y gestos en “modo Neymar” ( tribuna incluída) aunque sin eficacia, Suárez, que aparecía fuera de ritmo y lejos del partido, tocó 2 pelotas para dejar el partido 0-2.

La primera, en un ataque desplegado como dicta La Masía, Dembelé aró la banda izquierda para llegar vacío y asistir al  tobillo 360° de Suarez, quien en un solo movimiento acomodó la pelota en el primer palo de Navas. La segunda, con  Dembelé esta vez por derecha (ese movimiento sorpresivo del francés fue determinante para desordenar a Ramos y Casemiro durante todo el ST) dejando al uruguayo solo para definir por el centro, apareado por Varane (último en tocarla)y Carbajal. Como suele pasar en estos años, siempre llega primero Suárez.  Fin del partido.

Lo que vino después fue una pintura de ambas realidades. Vidal y Coutinho entraron para refrescar piernas y remozar el mediocampo. La salida de Suárez y el final con Messi flotando en ¾ de cancha fue una clara demostración que Valverde encaró estos dos partidos como una totalidad, regulando esfuerzos y, opinamos desde aquí, dándole una importancia relativa al partido de Liga, al que llega con 9 puntos de ventaja.

Del otro lado, Asencio y Valverde ingresando para evitar la pañolada (Bale, intrascendente, ya había entrado antes). El penal? La guinda más sabrosa de un pastel delicioso, Panenkazo incluído, para un casi hat-trick de Suarez y la clamorosa arenga de Ramos pidiendo vergüenza a un equipo blanco moralmente avasallado.

La conclusión, terminada la fase Copa, indica que el post Cristiano, especialmente a la hora de definir, será cuesta arriba para Solari y los suyos. No haber aprovechado a este Barcelona en tres cilindros suena más a una condena que a un perdón.

El Barcelona, sexta final consecutiva de Copa del Rey con las últimas 4 ediciones ganadas al hilo, salió victorioso en su peor clásico del último tiempo, agregando, si hacía falta, sal en una herida blanca que no alcanza a sanar.

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