Con toda justicia, Barcelona coronó una excelente temporada obteniendo su 26° título de liga, que espera acompañar con una nueva Copa del Rey y la tan ansiada Champions para cerrar un triplete estelar.
Ha sido éste un título bastante particular y especialmente festejado en Can Barca. Fue una temporada plena en lo futbolístico, con un técnico que se ha asentado, timoneando una plantilla que no es fácil y que ha congeniado y aceptado la convivencia al punto de gestionar en conjunto su renovación; con Messi en un modo de administración de energías y piernas inéditos de cara a Europa y , fundamentalmente, con ausencia de temblores desde la dirigencia, nada comparado con los desasosiegos de antaño. Seguramente ha influido que el tsunami haya enfilado y permanezca en la vereda de enfrente, pero siempre es bienvenida la paz institucional para poder pensar lo demás.
Ernesto Valverde es una de las razones del título. Vale decir que el DT ha sido algo más influyente que el año pasado en el maquillaje del tradicional juego de posesión culé, para adosarle músculo y presencia física a esa línea media que la precisaba como el aire. Poder contar con recambio a la altura, y la presencia de jugadores de rol y oficio abroqueló el sistema y permitió no ser blandos, sobre todo en Europa. Si bien aún se le critican el timming para hacer cambios y algunas posturas tácticas (el empate de milagro en Villarreal, la mezquindad frente a Huesca, alguna rotación de más), el saldo es positivo, aún sin terminar la temporada. Incluso la manera en que el equipo ha desandado la eliminatoria europea (el empate ante Inter en Milán, y la forma de jugar en Londres y Lyon), pareciera demostrar que la lección de Roma ha hecho mella y el equipo ha ganado en la administración del juego. Ya no es solo posesión, y eso es mérito de los jugadores y de Valverde mismo. De terminar en triplete, o aún con doblete y final de Europa, dará bronce a su estadía.
Quedará en el debe por supuesto la pésima política de fichajes de la ventana de verano, aunque el equipo terminó fortalecido por el recupero in extremis de algunos “ausentes” (Malcom) y la llegada de revulsivos que oxigenaron el esquema y la mentalidad (Vidal, imprescindible). Haber sido un campeón de 17 jugadores claramente grafica la calidad de la plantilla, que ha dado un salto respecto a la temporada pasada, mezclando nombres funcionales de alta performance. En este sentido, han sido notorias y notables las consolidaciones de jugadores “en adaptación ” el año pasado, como Lenglet y Semedo, así como las adaptaciones sin complejos de Arthur (de mayor a menor) y el mencionado Vidal. La “construcción colectiva” que siempre pregona el DT fue tomando forma, aún ratificando la imposibilidad de prescindir de Messi, que ya hemos comentado aquí.
Para el final, como referencia obligada hay que hablar de EL. El campeonato de Messi ha sido, cuanto menos, sobrado. En esta nueva faceta de hombre orquesta el argentino se siente más a gusto, pleno y desatando la lectura única que tiene del juego. Menos encaprichado, ha dejado ver a un jugador total, conceptualmente completo y absoluta referencia de un equipo que cada vez lo acompaña más y mejor. Ha mantenido una estadística bestial en todos los rubros y le ha adosado a su perfil la estampa de jugador franquicia que antes regateaba. Juega y hace jugar; se autogestiona efectivamente, y no pierde el papel de mejor de mundo ni siquiera jugando a cuentagotas. Haber ganado ya 10 ligas ( 10!!!….el solo tiene mas que la mitad de los clubes de España), si hiciera falta, lo perpetúa en la historia.Que haya sido suyo el gol del alirón, entrando solo el ST por consensuar la rotación, es la síntesis perfecta de su presente. Europa es la Meca, y su consagración definitiva, si faltara aún algo más.
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