Eterna promesa, Paulo Dybala ha escarmentado demasiadas cuestiones, algunas del juego y otras no tanto, para ser una persona de apenas 25 años. En su condición de jugador talentoso, diferencial y hasta distinguido, ha sufrido hasta estos días, la famosa transición de la condición de proyecto de crack a jugador de elite. Nadie en su sano juicio podría dudar de las condiciones del argentino, que están a la vista, aunque las últimas temporadas del jugador se empeñen en desmentir su condición de “fuoriclase”, en una consolidación que no termina de confirmarse y asaltado por la mala fortuna de haber estado rodeado de demasiados jugadores de primer nivel en su misma posición.

Paradojicamente, Dybala ha tenido la mala fortuna de coincidir en sus equipos y su selección con, ni más ni menos, Messi y Cristiano Ronaldo, en sus máximas expresiones. Más allá de las calificaciones, la presencia de ambos supercracks lo ha perjudicado. Jugar en las mismas posiciones que ambos solo puede tener una salida, y es el reacomodamiento en el campo y la asignación de un rol de segunda guitarra, que no todos saben cumplir.

En la Selección Argentina, un poco por elección de esquemas de juego y otro poco por su propia gestión, Dybala ha sufrido la superposición con Messi, al punto de declarar que le resultaba difícil jugar con el. La esperanza se verlos juntos no ha prosperado y los ensayos realizados no dieron resultado, especialmente por ser él el que ha debido reinventarse, perdiendo peso específico y rol de juego. Martino, principalmente, Bauza y, hoy,  Scaloni han declarado que la convivencia de ambos jugadores es un desafío táctico y funcional, pero no han podido resolver el enigma. Dybala ha sucumbido y ha sufrido el rol de partenaire, y por momentos hasta ha perdido convocatorias, quedando su jerarquía fuera de plano. Mala lectura de los DT, contextos inapropiados para su juego o tal vez el poco margen de adaptación que presentan sus condiciones ( juega de lo que juega y no hay margen para hacerlo “funcional” o “utilitario” para el equipo) lo anclan a acatar más que a disponer.

En Italia,sus tres temporadas en Palermo lo consolidaron como jugador franquicia del equipo del sur y su llegada a Juventus terminó de apuntalarlo. Goles, asistencias y un estilo de juego singular lo pusieron en sus primeras dos temporadas, a la vista del fútbol grande. Pero para la presente temporada llegó Cristiano, y con él, la modificación del esquema, la incorporación de un volante de equilibrio en el once titular y  el cambio de rol tan temido. Pocas veces ha funcionado su sociedad con CR7, que juega de todo y condiciona todo los demás, y sus números lo acercaron a la versión de la albiceleste. La elección de Allegri por un esquema diferente, con CR7 de referencia ineludible, algunas lesiones inoportunas y un notorio bajón en su rendimiento lo alejaron de la titularidad y volvieron a estancar su consagración.

Esta mañana, La Gazzetta dello Sport se hace eco de la planificación que la Juventus piensa disparar de cara a la próxima temporada, con el Calcio asegurado y la Champions fuera de casa. Según el medio italiano, Federico Chiesa, delantero de Fiorentina y Joao Félix, joven portugués, del Benfica, de moda en estos días, llegarían a Turín para refrescar la plantilla, en un canje que quitaría años (se irían Pjanic y Mandzukic) pero amontonaría apellidos.

El propio Dybala, Emre Can y Douglas Costa harían las valijas, sacrificados en busca de euros y espacio. 

En estas aguas se debate el presente y los próximos pasos de Dybala, marcado con la mala fortuna de toparse con los jugadores que han marcado la década. Quedará en la calidad de su juego y en la capacidad de rebeldía que pueda mostrar la posibilidad de torcer la maldición que parece perseguirlo.

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