El Barcelona y el desafío de volver a ser

El Barcelona y el desafío de volver a ser

Claramente no es la orquesta perfecta de la era de Guardiola, o el ejército ofensivo de Luis Enrique. Tal vez Ernesto Valverde no goce de las luces de sus predecesores ni tenga aùn un sitio de valoración a la altura de ellos, pero lo cierto es que el Barcelona 2018-19, a escasos pasos de un  nuevo título de liga, presenta credenciales para sumarse a la vitrina de los muy buenos campeones culé.

Más allá de los cuestionamientos, que ya hemos desandado aquí, va siendo hora de explicar las virtudes que seguramente tiene un equipo que será campeón con una plantilla de 16 jugadores base, algunos parches de ocasión y un paradigma, que aunque algo más flexible que antaño, no permite alejarse de las raíces de siempre. Por que es claro que ganar de esta manera, gusta más y se celebra el doble.

La sensación es que esta temporada el Barca se ha gestionado diferente. Tal vez por el calendario (Mundial de Rusia incluido), por el propio peso de los años que van pasando inexorablemente, o quizás por la confirmación de que la fórmula de los últimos dos años no ha dado resultado, Valverde ha dispuesto una disposición coral, colectiva, que permitiera a Messi dofisicarse (siempre según su estándar, que no es humano, ya sabemos) y desde esa decisión tomaron lustre los momentos de las demás cartas altas del mazo. Ha sido mérito del DT, sin negar la gestión de un vestuario que pareciera volver a las fuentes, aportar una cuota de seguridad y de equilibrio a tanto frenesí, limitando la fragilidad de un equipo ya previsible. En la línea de los demás DT campeones de esta era, Valverde ha dado un paso al frente disponiendo un equipo para el largo tranco, con el Wanda Metropolitano como bandera de llegada.

Estas decisiones han de registrarse como un gran acierto grupal. El equipo ha recuperado frescura en algunos jugadores, efectividad en el juego de otros y ha consumado un pack de 7 jugadores estratosféricos que garantizan el proyecto.Barcelona cuenta hoy con uno de los 3 mejores centrodelanteros del mundo (Luis Suárez); uno, sino nuevamente el mejor, volante central del mundo (Busquets); un marcador lateral que ha refrescado la vieja influencia de Dani Alves (Alba, inmenso); ha recuperado a un central de excepción made in Barca como Piquè, y bastonea su mediocampo con el mejor prestidigitador posible, encarnado en la totalidad conceptual de Rakitic. Le ha agregado, hace ya dos temporadas, al mejor arquero líbero de la actualidad, Ter Stegen, en una clarísima definición de estilo,  que ha resultado suficiente para economizar tácticamente y aumentar el volumen de juego desde el vamos.

Suena hasta trágico leer esta columna vertebral y percatarse de que el destino le adeuda un par de Champions a este equipo. Turin primero y Roma después no debieron suceder, pero ya no hay grandeza en ese lamento. Pareciera haberse aprendido de esos mazazos y se ha aunado el proyecto detràs de esa redenciòn. Y hacia allí se dirige, incluso, el modo de jugar.

En este sentido, hablar de Messi es simplificar. Como si fuera una obviedad absoluta, ceñir la explicación de aquello que se logra al hecho de contar con D10s en la plantilla es,cuanto menos, un reduccionismo. Negar su peso es una necedad, pero este equipo ha tenido mucho más condimentos, muchas mas herramientas y muchas más condiciones, que agrupados detrás del 10, no solo han repetido el título liguero, sino que han traído de regreso la ilusión de hacer pie en Europa. No es posible, ni sano, ni lógico, evadir su influencia o lo determinante de su presencia a cada paso. Maduro, con una impronta de jugador total que lo mejora, ha encarado esta temporada con una conciencia colectiva que no se veía desde la era dorada de Pep. Comprometido y menos encaprichado, jugador total, ha movido su mira a un  nuevo coto de lucha con Cristiano, con quien dirimirá en Europa un cetro que le pertenece, pero se ha empeñado en prestar.

El fútbol es un juego en el que la clave está en reducir el azar, que a veces lo es todo. El Barcelona va encorsetando sus fantasmas, de uno en uno. Se viene Europa, gloria esquiva a la que hay que atrapar. Mientras, en casa, pareciera reinar el orden.

 

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