Ya está. No olvidaremos que este partido debió jugarse en nuestro país. Que la Libertadores es de América. Justo cuando los dos principales equipos argentinos llegaron a la final del torneo más querido, la Conmebol decidió mudarlo. Pero ya está. El hincha sólo recuerda que 16:30 empieza la final. La bronca queda suspendida, la adrenalina vuelve, la tensión explota.

Nuestro sentimiento por el fútbol arranca tanto desde el deseo por la victoria por el miedo a perder, sobre todo si del otro lado está el clásico rival. Ojalá logremos alguna vez acentuar lo primero y bajar lo segundo; por ahora cuesta imaginarlo. Así se vive la previa de este encuentro, el que parte en dos la historia del fútbol argentino.

River es un equipo de mediocampistas. Porque en general así lo pensó siempre Gallardo y también, porque se le cayeron un par de piezas muy importantes de ataque para esta cita: el fundamental Borré y el decisivo Scocco. Boca es un equipo de delanteros. Porque su característica es el gol y por ellos Guillermo retoca la formación, a partir de sus actualidades. Aunque es cierto que los volantes modelaron el estilo: la dinámica y la presión de Nandez, Barrios y Pablo Pérez mejoraron al resto.

La previa más larga de la historia llega a su fin. Ahora hablará el fútbol. De juego tuvimos mucho en la primera final, allá lejos y en el tiempo, increíblemente hace un mes. Difícilmente se arme un trámite tan abierto: es el partido que define todo. Los dos merecieron llegar hasta esta última instancia. Habrá un ganador que quede en la historia. Habrá un derrotado; que no parezca un perdedor.”

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